viernes, 30 de noviembre de 2012

¿Castaños o colorados?

Uno de los temas que más me gustan y siempre llamaron mi atención del toro bravo son sus capas. Siempre me gustaron las ganaderías con variedad de pelos. Y el toro bravo es de los animales más variados del mundo animal en cuanto al pelaje. Los puedes encontrar desde el predominante negro a los sardos con tres colores, pasando por el jabonero, ensabanado, colorado, castaño, berrendo, cárdeno, salinero... Y accidentes y particularidades dentro de cada uno de ellos hay miles.
La variedad de capas siempre me llamó la atención de una forma especial
 Recuerdo cuando de pequeño mi abuelo me dio aquel libro de la UCTL donde venían las capas más características y algunos de los accidentes. Me llamaban la atención aquellos toros con tantos colores y tanta variedad. Cuando iba al campo siempre me fijaba en aquellos que destacaban del resto por la tonalidad de su piel y su pelo. Me parecía curioso ver las diferencias entre ellos. Y cada vez más me fui interesando por este tema. Me gustaba buscar fotos de toros con pelos raros. Comparar unos con otros y determinar su pelo exacto. Con accidentes incluidos. Y hay veces que no es tarea fácil.

A medida que fui creciendo cada vez que iba al campo me llevaba una libreta y apuntaba el número del toro y su pelo al completo. Recuerdo que había algunos que casi no me cabían en el ancho de la hoja.
"Negro Bragado Meano Corrido Axiblanco Jirón Calcetero Rabicano y poco Remendado"
Cuando iba a los herraderos me ponía junto al veterinario que realizaba la reseña para ir aprendiendo. Recuerdo que le hacía miles de preguntas e incluso, debido a mi juventud y afán por querer aprender, le ponía en duda el "veredicto" de algunos becerros. Este veterinario me daba algunas claves y secretos que sólo algunos sabían, y hubo una cosa que me metió en la cabeza, la reseña de un toro bravo tiene una parte que no es objetiva y depende de cada uno. A una persona le puede parecer un toro negro entrepelado y a otra cárdeno oscuro. O también hay discrepancias entre el negro salpicado y negro burraco. Para algunos es una cosa y para otros otra.

Pero donde no se debe caer en el error es en la capa base, y hay dos pelos que se suelen confundir en muchísimas ocasiones. El castaño y el colorado. Suena a error poco habitual pero es muy frecuente. Normalmente cuando ves un toro con pelos negros y colorados se le da el calificativo de castaño, y si tiene la mayoría de pelos colorados se le reseña como colorado, pero no es siempre así. Hay toros colorados con muchos pelos negros pero son colorados. Y otros castaños casi sin pelos negros pero son castaños.
Ejemplos: hay colorados chorreados en verdugo que tienen mucho negro, y por el contrario hay castaños muy claros que sólo tienen negro alrededor del ojo y poco más.
Entre castaño y colorado el error suele ser habitual
Pero hay un truco para diferenciarlos. El truco está en la punta de los pitones, en el hocico y en algunos casos en los ojos. El toro colorado casi en todos los casos tiene la punta del pitón acaramelada, es decir, rojiza, o como bien dice el nombre, color caramelo. Además suele tener el hocico rosado o claro (no confundir con la piel que rodea al hocico ya que hay muchos castaños bociblancos), y los ojos aparecen siempre más claros (ojo de perdiz) o simplemente sin ningún pelo negro.
Puntas acarameladas, hocico claro, ojos claros: colorado, en este caso muy chorreado.
Sin embargo, los castaños tienen la punta de los pitones de color negro, el hocico de color negro (aunque sean bociblancos) y alrededor de los ojos suelen tener siempre algun pelo negro.
Puntas negras, hocico negro, ojos negros: castaño, en este caso castaño muy claro
 Antes de saber este truco aquellos toros más dudosos siempre me daban quebraderos de cabeza. Ya no. La cuestión está en querer aprender y, como me decía mi abuelo, en observar. Porque igual que no es lo mismo un colorado y un castaño, tampoco es lo mismo mirar que observar.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Lealtad

Hace mucho tiempo, cuando era bastante pequeño, conocí a un vaquero. Estaba en una finca cerca de Alcalá de los Gazules y era, aparte de buen profesional, un gran aficionado al toro y al caballo. Lo ví muchas veces y siempre iba montado en una yegua castaña. Pasado un tiempo lo fui conociendo más y me di cuenta el amor por los animales que tenía ese hombre. Tenía unas cabras, con las que aparte de hacer queso, criaba a los becerros que se quedaban sin madre, y lo que es más excepcional, mamando el becerro directamente de aquella cabra blanca. La cabra subida en el escalón y el becerro alimentándose como si de su madre se tratase. Fueron varios becerros los que conocí mamando de esa manera. Pero lo que más atención me llamaba era la unión que tenía con aquella yegua. Este vaquero se llama Pepe pero le conocemos todos con el apodo de "Pepón", y tal era la complicidad con su yegua que a esta le pusimos la "Pepona". Actualmente, pasados tantos años, mi amigo "Pepón" esta mayor, sólo le faltan varios años para jubilarse pero todavía sigue con su cabritas y lo que es más impresionante con su yegua. El animal con más de veinticinco años sigue trabajando todos los días con su compañero y amigo.
"Pepón" con uno de aquellos becerros criados mamando de sus cabras
Y relaciones como ésta hay un montón en nuestro campo bravo, y la mayoría por desgracia desconocidas. Normalmente la unión de un vaquero con su caballo es extrema. Son compañeros de trabajo. Están todos los días juntos puesto que para las faenas de campo el caballo es fundamental. Sin el caballo nada se podría hacer. Actualmente hay fincas en las que han sustituido a estos bellos animales por todoterrenos o demás maquinaria pero no es lo mismo. Para apartar toros, para repasar el ganado, para buscar un becerro, para hacer los lotes de vacas... el caballo es fundamental. Y la relación de estos animales con sus compañeros de trabajo digna de admirar. Todos valoramos siempre el trabajo de mayorales y vaqueros obviando la ayuda que le brinda su caballo. Es lealtad mutua, dedicación de uno hacia otro.

También recuerdo cuando conocí los bueyes de otra ganadería cercana a Medina Sidonia. Me impresionaban sus cabezas, adornadas con su cencerro y aquellos pelajes tan llamativos. Su doma era excepcional. Los vaqueros los llamaban por sus nombres y ellos trabajaban al son del cencerro todos los días. Cada uno tenía su sitio y su función. Sabían estar amarrados al caballo, llevar sacos de pienso, pasaban por puertas y corrales con suma maestría... Los recuerdo comiéndose su ración de pienso diario amarrados cada uno a su pila esperando la vuelta de los vaqueros para continuar el trabajo. Aquellos vaqueros los nombraban con un cariño especial. Recuerdo un día como estos de otoño en los que llovía demasiado a uno de los vaqueros mojándose sólo para soltar a los bueyes y que éstos pudiesen ir al abrigo del monte.
Los bueyes aquella tarde lluviosa de otoño hacia el abrigo del monte
Y si estos vaqueros cuidaban tanto esos bueyes es por algo. Son, al igual que los caballos, pieza fundamental en el engranaje del trabajo en el campo. Sin bueyes es complicadísimo encerrar una corrida de toros, sin embargo, con ellos se facilita bastante la tarea. Recoger al ganado sin bueyes es tarea durísima pero con ellos todo es mucho más fácil. Y los vaqueros lo saben por eso les tenían y tienen (donde quedan) tanto aprecio.

Y tanto pensar en el trabajo en el campo me trae a la mente aquella vez que un utrero no quería salir de un cerrado o aquellas becerras escondidas en el monte. El utrero se arrancaba a los caballos y no hacía ni caso a los bueyes. Tras una larga mañana intentando sacarlo de allí uno de los vaqueros fue a por sus perros. Al poco rato, tras varios ladridos y mordiscos, aquel utrerillo espabilado salía por la cancela del cerrado dejando atrás perros, vaqueros y querencia.
Lo mismo ocurrió en aquel cerrado tan amplio y cubierto de maleza. Las becerras se "amarraban" a su querencia escondidas entre lentiscos y carrascas. Los vaqueros las sacaban de un lentisco pero rápidamente se escondían en otro donde los vaqueros debido a la altura de los caballos no podían entrar. Pasada media tarde aparecieron al lado del caballo de nuevo aquellos domadísimos perros y sacaron a aquellas becerras rebeldes de los lentiscos. Estos perros daban la vida en su trabajo, e incluso alguno en un alarde de valentía se llevó más de una vez alguna cornada.
Gracias al trabajo de los perros el utrero rebelde salía al poco rato del cerrado
Y todavía son útiles estos perros. Para situaciones puntuales donde el ganado bravo se pone un poco más rebelde son esenciales. Todavía veo a los vaqueros cuando salen a dar una vuelta con el potro llevarse a los perros más nuevos para enseñarlos poco a poco a obedecer y andar por el campo. Así el potro se acostumbra a los perros y el perro se acostumbra al campo.

Y es que me parece muy bien que elogiemos al toro en el campo y el trabajo de mayorales y vaqueros, pero creo que estas relaciones del hombre con los animales alrededor del mundo del toro dice mucho a nuestro favor. No somos fieras insensibles como pretenden los antitaurinos. Pero no he escrito esto por eso. Lo he escrito porque no me parece bien que pasemos por alto el trabajo, dedicación, esfuerzo y lealtad que estos animales le brindan a los vaqueros con su sudor. Y porque no me parece justo que fomentemos ruedas, motores y combustibles, despreciando cencerros, ladridos y mosquerazos. Los vehículos a motor te dejan tirado a la mínima, pero la cabrilla blanca todavía sigue amamantando becerros bravos y la "Pepona" con más de veinticinco años se esfuerza todavía por no dejar este mundo y su trabajo diario pero, sobre todo, por no dejar solo a su amigo y compañero.

martes, 20 de noviembre de 2012

Los toros de la Resurrección: Torrealta

El otro día andaba mi hermano nervioso porque empezaba a ensayar para Semana Santa. Va a sacar a la virgen de nuestro barrio por primer año y, ya por esta época, los fanáticos de esa semana tan especial empiezan con los preparativos. A mí me gusta la Semana Santa, me parece una tradición admirable sobre todo si se hace con gusto y afición, pero mi mente no puede evitar "tirar" para el toro. Y si pienso en Semana Santa inmediatamente sale el toro, el "Domingo de Resurrección" en Sevilla. Y si pienso en esta fecha y en este marco, me viene a la memoria una ganadería: Torrealta.
La entrada a la finca "El Toñanejo" donde pastan los toros de la ganadería de Torrealta
Porque Sevilla y Resurrección iban de la mano con los toros de "El Toñanejo". Desde 1985 hasta el año 2004, con tan sólo la excepción del año 2000 que lidió en la feria, los toros de la "A" fueron estoqueados este domingo tan especial en la Maestranza. Y es que los toros de Doña Paloma salían bravos. Su mezcla de Ybarra, Marqués de Domecq y Torrestrella no fallaba.
La sangre Ybarra, con otras aportaciones, está presente en los toros de Torrealta
Dicha mezcla da un toro armónico pero a la vez con presencia. Con cara, hondo y con caja. E incluso variado de pelo. Lo del "Marqués" le da el gran porcentaje de castaños y colorados, mientras que lo de "Torrestrella" le incorpora los accidentes de blanco tan habituales en esta ganadería. Y esos jaboneros que de vez en cuando aparecen vienen de una incorporación de sementales de Jandilla.
El toro hondo, con caja, de pelo castaño y con cara es el prototipo de esta ganadería
Y siempre fue y es un toro que gusta. Pero a D. Borja Prado, hijo de la propietaria y representante actual de la ganadería, nunca le gustó vender. Pocas ganaderías salieron de "El Tonañejo". Siempre se intentó reservar la bravura de los toros de la divisa grana, negra y amarilla. Sólo D. Antonio Bañuelos consiguió arrancar un trozo de casta de la ganadería en 1993. Se llevó una parte de la vacada a Burgos y siempre le fue bien.

Pero los toros criados entre las manos del bueno de Juan "Pilili" empezaron a bajar en casta y bravura. Siempre fue ganadería predilecta de las figuras pero sin influir sobre el ganadero. Pero ya saben el dicho, "tiempo al tiempo". Los toros empezaron a flojear más de la cuenta y había que tomar decisiones. Y en 2007 se vende el segundo hierro de la ganadería, de igual nombre a la finca matriz, a un empresario catalán llamado Francisco González. El capricho del ladrillo una vez más dentro del mundo del toro. Al poco tiempo se cansó de perder dinero y vendió los machos a los "Chopera". Toros nacidos en tierras de Medina Sidonia viajaban a Salamanca. Pisaron tierra brava, con solera. De "El Toñanejo", vecina de "Los Alburejos" de los "torrestrellas" y de "La Zorrera" de los "cebada", a "Esteban Isidro" donde pastaron los toros del mítico D. Lisardo Sánchez, casi nada.
Un "torrealta" en las tierras salmantinas de "Esteban Isidro"
Y tras poco tiempo más al empresario se le acaba el capricho y las vacas y sementales siguen el camino de los machos hacia tierras salmantinas de la mano de los hermanos Revesado que fundan la ganadería de Torrealba.

Todavía no se han visto los frutos de la decisión tomada por el ganadero y su fiel mayoral Juan "Pilili". Dicen por ahí que han metido algunas vacas de Santiago Domecq y han refrescado con algún semental de Torrestrella y Jandilla...

Mientras las decisiones del ganadero se van fraguando los toros de la camada que viene van engordando. Hace años atrás hermanos suyos perdieron el sitio en ese día clave de la temporada sevillana. Ellos esperan bajo la atenta mirada de D. Borja. Este año volverán al territorio perdido, a su antiguo feudo, a la Maestranza. En ellos está el futuro de la ganadería y es inminente. El año pasa rápido, la Semana Santa se acerca y mi hermano espera nervioso. Mientras tanto, yo espero ansioso la vuelta de los vecinos de "Los Alburejos" a Sevilla. Seguramente será en abril pero será su momento, será la resurrección de los "torrealtas"...

viernes, 16 de noviembre de 2012

Ganaderías para Pamplona durante la feria de San Fermín 2013


La Casa de la Misericordia de Pamplona a mediados del mes de Noviembre nos da las claves de San Fermin del año 2013. Con más de medio año de por medio hasta Julio ya están las ganaderías elegidas y las corridas reseñadas. Ocho ganaderías de máximo postín, de lo mejor del campo bravo, tienen sus cabezas de camada reservadas para correr por Estafeta. Hay pocos cambios pero las ganaderías elegidas son de máxima calidad. Son las siguientes:

      Miura: indiscutible su presencia. Su unión con Pamplona es eterna. No se entendería San Fermín sin Miura ni Miura sin San Fermín. Con cinco premios “feria del toro”,  diez “carriquiri” en su poder y muchas anécdotas por las calles pamplonicas, Miura no podía faltar.

      Victoriano del Río: De encaste puro Domecq vuelven los victorianos a Pamplona. La Casa de la Misericordia le deja sitio a las figuras en San Fermín. Ya sabemos todos que a las figuras no les gusta demasiado la ciudad Navarra y si encima no le ponemos ganaderías de su gusto no vienen. Aquí la tienen. El año pasado no gustó demasiado la corrida y creo que sería el momento de un buen descanso. No fue tampoco buena el resto de la temporada. Su presencia en este ciclo es más que discutible.

      Cebada Gago: La divisa del que fuera uno de los mejores ganaderos que ha dado el campo bravo  vuelve a San Fermín un año más. Un año más pero diferente. Será la segunda feria sin el gran ganadero y su ganadería vuelve tras el homenaje que le tributó la camada de 2012 y, en especial, la corrida de Pamplona. Se llevó el trofeo “feria del toro” y despejó las dudas generadas años atrás. En historia uno de los hierros más unidos a Pamplona, siendo la ganadería más peligrosa en el encierro y con numerosos premios en la vitrina. Presencia más que merecida.
        
      Dolores Aguirre: Los atanasios de Dña. Dolores no gustaron demasiado la pasada feria. En mi opinión mansearon en exceso. Pero un fallo lo tiene cualquiera y el historial le avala, dos trofeos “feria del toro” y el “carriquiri” de 2011 con aquel buen toro llamado “Langosta”. Quizás no esté mal darle la posibilidad a esta ganadería de arreglar lo del año pasado pero que sea la última oportunidad para los impresionantes toros de “Dehesas Frías”.
Ya elegidos, los toros para San Fermín esperan preparándose en sus cerrados
      El Pilar: Trofeo “Carriquiri” de la feria pasada con aquel “Cantillito”, premio que ganó el año anterior también y tras una grandiosa temporada su presencia es totalmente indiscutible. Quizás lo único a recriminar sea que suba un poco más la presencia pero poco más. Además así las figuras tendrán donde apuntarse, pero a causa de los “excesos” de bravura debido al buen momento por el que pasa la vacada, a las figuritas cada vez les gusta menos. El año pasado desaparecieron casi totalmente de los carteles donde se anunciaban los toros de D. Moisés. Justificadísima la presencia de los toros salmantinos.

      Fuente Ymbro: es la ganadería por excelencia de los últimos años en Pamplona. Desde el año 2005 lleva seis premios entre “carriquiri” y “feria del toro”. La corrida del pasado año impresionó por su trapío y presentación. La temporada pasada demostró bravura y casta en casi todas las plazas donde lidió. Los toros de la divisa verde se merecen sin dudarlo su presencia en el próximo San Fermín.
        
      Torrestrella: los toros de “Los Alburejos” volverán a correr por Pamplona el próximo año. La última corrida lidiada en San Fermín hace dos años no defraudó ni por presencia ni por su juego. El año pasado la cabeza de camada lidiada en Madrid salió buena y bien presentada y el resto de temporada gustó bastante llevándose varios premios. Es una de las ganaderías que más ha congeniado siempre con la afición navarra y, tras unas temporadas donde no salieron las cosas, la ganadería está volviendo por sus fueros y su vuelta está más que justificada. Se espera con ansia ver correr a los multicolores “torrestrellas” subiendo por la cuesta de Santo Domingo.
        
      Alcurrucén: Otra de las novedades de la presente feria serán los “nuñez” de los hermanos Lozano. Creo que es más que acertada su presencia. El encaste de estos preciosos toros está devaluado y es bastante positiva que la cabeza de camada venga a la capital navarra. Estos últimos años ha derramado bravura por todos los cosos de importancia. Es más que positiva y acertada la elección de La Casa de la Misericordia.
En Pamplona, al igual que en Madrid, sale el toro más serio de todo el campo bravo
      Las bajas las causan Torrehandilla y Juan Pedro Domecq. Creo que no hay que decir mucho sobre ello. No generan interés  para una feria tan torista como la de Pamplona. El año pasado la novedad fue Torrehandilla. Muchos dijimos que era una apuesta demasiado fuerte y arriesgada. Falló. Tanto en presentación como en juego. La de Juan Pedro tampoco gustó y no creo que esté mal un largo descanso para esta divisa.
      
      Otro tema es que quizás hubiese estado bien la presencia de los hondos toracos de Cuadri. Este año, dentro de sus habituales camadas cortas, hay un número de toros de plaza de primera un poco mayor y era posible verlos correr por Estafeta. Pero los preciosos toros de Huelva se lidiarán en la oscura arena de Bilbao. En un principio pensé que fue decisión del propio ganadero, pero un amigo me apuntó que no. La Casa de la Misericordia no había querido la corrida. Pensé que lo decidió el ganadero porque todos los años no se cuenta con la posibilidad de ver a los "cuadris" en los corrales del Gas. Se le fue una gran oportunidad a D.Miguel Criado. No suele ser lo habitual pero así ha sido. Un gran fallo por parte de la empresa. Además teniendo la posibilidad de dar descanso a Dolores Aguirre después de la corrida del año pasado creo que era una oportunidad que no se podía dejar escapar. Un pequeño borrón en la brillante lista de la empresa de Pamplona. 
      
      Resumiendo creo que es un buen elenco de ganaderías. Me gustan bastante casi todas las divisas. Quizás le hubiese dado descanso a los “victorianos” pero, en general, creo que este año se ha mejorado bastante con respecto al año pasado. Me gustan mucho más las ganaderías de Torrestrella y Alcurrucén que Torrehandilla y Juan Pedro Domecq. Perfecta elección. Ahora sólo falta que todas vengan bien presentadas y, a ser posible, que todas den buen juego en la plaza y en la calle.
    
      Pero esa es sólo mi opinión. ¿Qué os parece a ustedes?

      Posdata: Agradecer a mi amigo MARIN su corrección y aportación. Gracias amigo. 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Los toros que hablaban con la campana: MªCarmen Camacho

El hierro de la ganadería de MªCarmen Camacho

Uno de los atractivos de Medina Sidonia son sus vistas. Muchos turistas suben para observar el paisaje y quedan admirados. Pero es característica de los visitantes querer observar  muchas cosas en poco tiempo y la mayoría de los secretos pasan desapercibidos. Uno de los encantos de subir al cerro del castillo es ir solo, con tiempo de sobra y hacer uso de la paciencia. Dispuesto a observar y escuchar. Desde aquel alto se pueden observar muchas cosas, desde numerosos pueblos de la provincia a numerosas ganaderías de toros bravos. Y también se pueden escuchar muchas otras cosas como la campana de la iglesia mayor, algún pajarillo que pase volando o el reburdeo de algún toro. Sí, de algún toro. Hay una ganadería tan cercana al pueblo que si el viento es favorable se pueden escuchar.
Se observan numerosas ganaderías, los pueblos blancos de la provincia...
Y es que la finca “La Quinta”, donde pastan los toros de MªCarmen Camacho, llega casi a meterse en el pueblo. Esta finca, que fue propiedad de Buendía, y de ahí le viene el nombre a la ganadería de origen santa coloma, la compró D. Manuel Camacho para criar toros bravos. Para ello compró a medias con D. Álvaro Domecq la ganadería de Curro Chica, quedándose el propietario de Torrestrella con las mejores vacas, y D. Manuel  con el hierro aristocrático del rey de Portugal y con la antigüedad de la vacada. Sobre esta base, y con alguna que otra aportación de sementales, se mantuvo la ganadería doce años, hasta 1968 cuando se incrementa con reses de Carlos Nuñez. A partir de aquí se va eliminando lo anterior y, con la selección y el trabajo de D. Antonio Moreno, alcanza el tipo de toro que hizo triunfar a los pupilos de la hija del fundador, Dña MªCarmen Camacho.
Esta ganadería creó un tipo de toro característico, cuyo pelo más abundante era el negro bragado, destacando también los chorreados. Pero siempre salía algún colorado, ensabanado o jirón que le daba cierta variedad a la camada. Y cuando los veías en aquel entorno tan maravilloso de “La Quinta”, con aquellos arroyos y aquellos cerrados tan grandes, cobraban una belleza especial.
Uno de los Camacho que le daban vistosidad a la camada escondido entre los árboles
En el ruedo hubo un tiempo que salieron bravos, lidiando en todos los cosos de importancia, luciendo su divisa verde y plata casi todos los años en Las Ventas, plaza que reservaba casi sin excepción la cabeza de camada para San Isidro. Pero la ganadería empezó a cambiar. Se fue D. Antonio y con él se fue la bravura. De vez en cuando salía algún toro bueno, descendiente del semental “Jerezano” que tan buenos productos dejó, pero cada vez con menor frecuencia. Madrid era ya un sueño inalcanzable y la ganadería empezó a bajar bastante. La mansedumbre y la falta de fuerzas se apoderó de aquella preciosa finca. Durante varios años el hierro de la corona deambuló por cosos de menor importancia hasta que un empresario de Salamanca se llevó las camadas enteras. Añojos, erales y utreros viajaron hacia las frías tierras de Castilla.
"Jerezano", nº 68, uno de los últimos sementales que transmitieron bravura a la ganadería
Las vacas todavía continuan en sus cerrados pero ya no beberán más toros en sus arroyos. Los cuatreños no rozarán los pitones más en la hierba. No se escucharán entre las encinas los cuernos de dos toros chocando en una pelea. La arena no será removida por sus pezuñas. La Quinta quedó huérfana.
De las aguas del arroyo no beberán más toros bravos
Pero todavía queda el recuerdo de aquellos ratos en el cerro. Cuando observaba de pequeño las vistas y se veían desde lejos los toros. Sonaba la campana en las horas de misa y los toros de Camacho reburdeando le contestaban. Me gustaba pensar que hablaban. Pero ya no hay toros en “La Quinta” y, desde entonces, la campana no suena igual. 

domingo, 4 de noviembre de 2012

En una tarde nublada de otoño...

Estaba nublado el cielo aquella tarde de otoño y el vaquero repasaba los lotes de vacas con su caballo. Apuntaba en su libretilla las vacas que se iban cubriendo y los becerros que iban naciendo. Su caballo caminaba tranquilo, por donde la hierba empezaba a crecer, pisando el barro y los charcos, tirando el mosquero de oreja a oreja. El hombre pensaba entre cerrado y cerrado en los toros para el año que viene, en la incertidumbre de dónde lidiaría el año próximo. Y entre pensamientos llegó a "Las Pías", aquel cerrado de monte donde se encontraba el lote de aquel semental viejo llamado "Correlindes" con el número dieciocho en su costillar. Allí había mucha vegetación, además el cerrado era muy grande, y para cualquiera sería casi imposible encontrar a las vacas. Pero para aquel hombre no. Sus arrugas delataban sus horas al sol y también su sabiduría. Las vacas siempre solían estar en el mismo sitio, en su querencia natural. Pero cuando el hombre se dirigía tranquilamente hacia allí escuchó una palma crujir. Miró hacia su derecha y allí estaba ella con aquellos impresionantes cuernos por encima de la vegetación.
Allí estaba ella
Aquello le extrañó. Se acercó a ella y aquella vaca vieja salió correteando de la espesura. Era la "Bailaora". Estaba apunto de parir por eso estaría allí sola. El vaquero lo apuntó en su libreta de campo y siguió tranquilamente buscando a las demás. Ellas si estaban allí, en el lugar de siempre, en su querencia. Todas lo observaban tranquilas. Para ellas era natural su presencia allí, ya que todos los días las visitaba pacíficamente. Las miró y remiró a todas y todo estaba en orden. Al poco tiempo sonaba el cerrojo de la cancela al salir el vaquero del cerrado. Entre lo nublado del cielo y que el sol empezaba a caer estaba oscureciendo y había que volver a casa.
El resto estaban donde siempre, en la querencia, todas juntas
 Llegó al patio del cortijo, le quitó la montura a su caballo y lo metió en la cuadra. El hombre subió a su casa mientras las primeras gotas empezaban a caer del cielo nublado del otoño. Esa noche no durmió nada. Llovía a mares y sabía que aquella vaca ya habría parido. El becerro se podía morir.

Tras una larga noche de agua y de insomnio el vaquero se levantó. Llovía mucho y todavía era de noche pero él ya tenía a su caballo preparado amarrado dentro de la cuadra. En cuanto apareció algo de luz el vaquero salía del cortijo. Hacía un día horrible. No paraba de llover, el cielo estaba muy oscuro y encima un fuerte viento apretaba. Pero el vaquero seguía al paso, como si nada de eso ocurriese a su alrededor, pensando en aquel becerro, hacia "Las Pías". Le resultó complicado encontrar a las vacas pero pasado un rato y con mucha agua encima las encontró. Estaban al resguardo de las carrascas y lentiscos. Y allí estaba la "Bailaora" con sus pitones apuntando al cielo nuboso de la finca y recién parida.

El vaquero se alarmó. El becerro no estaba allí y temió por su vida. Empezó a buscarlo pero era muy complicado. Entre tanto monte y el día como estaba encontrarlo era tarea imposible. Se llevó allí media mañana, mojándose, para encontrarlo. Y cuando iba a darse por vencido su instinto le recordó algo. Y se le ocurrió antes de dar su brazo a torcer dirigirse allí. Le entraron prisas, intuía que estaría, no sabía si vivo o muerto, pero que estaría. Si la vaca estaba allí ayer era por algo. Lo buscó incansablemente por los alrededores y allí estaba. Escondido entre unas palmas para no mojarse. Camuflado entre la vegetación siendo delatado por los pelos blancos de su pelaje burraco.
Escondido entra las palmas para no mojarse
 Y estaba vivo. Y casi sin limpiar todavía. La vaca prefirió dejarlo sucio pero comido y protegido. El vaquero se bajó rapidamente. Lo sacó de allí y observó que era un precioso macho. Le puso las chapas de identificación y el becerrito se levantó del susto. En ese momento salío por una esquinita del cielo el sol. Todavía con el cordón umbilical colgando y con sus chapitas puestas el becerrito veía por primera vez en su vida la luz del sol. Estaba pasando la tormenta, ya estaba salvado. El vaquero lo acarició con cariño y lo dejó acurrucado en su sitio.
Y sucio, con el cordón umbilical todavía colgando, veía la luz del sol
Aquel hombre salía del cerrado mientras se iban las nubes. Iba completamente mojado de vuelta a la casa para secarse al calor de la chimenea y completamente orgulloso y asombrado del conocimiento de aquella vaca y, en definitiva, de la madre naturaleza.

La Muerte

Termina ya el puente por la festividad de "Todos los Santos" incluido el día especial de "Todos los Difuntos". A mí este segundo día no me entristece como a la mayoría de las personas. Para mí es un día más, en el que lo único que cambia es que quizás me gusta pensar en aquellos antepasados que se fueron y no conocí. Cómo serían, cómo vivirían... Es más incógnita que otra cosa. Y no es que yo sea un insensible por no ir al cementerio o pensar en los míos, es que lo afronto de otra manera. Mi abuelo se fue hace varios años ya pero para mí este día en ese sentido no significa nada. Me acuerdo de él todos los días, no sólo ese día. Pienso en él antes de acostarme, no tiene que aparecer un día con un nombre que me diga que tengo que pensar en él. Y para ir a visitar sus restos al cementerio evidentemente no voy este día donde sólo hay bullicio, flores y gente. Voy cuando sé que no habrá nadie, cuando allí se respira paz y tranquilidad. Y me acuerdo tanto de mi abuelo porque creo que eso es lo único que nos diferencia del resto del mundo, el recuerdo. Se que no lo volveré a ver pero mientras su recuerdo esté vivo es como si él permaneciese vivo.

Y es que la muerte es el fin de la vida, de nuestros días, de nuestro pensamiento, pero no de nosotros. Mientras exista alguien que nos recuerde es como siguiesemos vivos. Es tan importante lo que hacemos cuando vivimos como el recuerdo que dejamos a los demás cuando nos vamos. Y eso es casi único y exclusivo del ser humano, pero no del todo. Hay otro ser que también tiene ese privilegio de ser recordado, es el toro bravo. Decía D.Jaime Pablo-Romero entre otras cosas "La vida del toro, lo que es la vida pública del toro, son quince minutos y lo que tratamos durante cuatro años es que esa vida pública de ese toro sea lo más digna y más importante posible para que cuando muera sea de los pocos seres irracionales que por esos quince minutos de vida importantes pasan a la historia. Por lo menos para mí me justifica el cariño y la muerte segura, la posibilidad de pasar a la historia en quince minutos". Y desde mi punto de vista lleva mucha razón.
El toro bravo tiene el privilegio de poder ser recordado para siempre
Muchos animales mueren sin la oportunidad de ser recordados, en la oscuridad de un matadero, tras una vida desconocida y sin el más mínimo recuerdo. El toro, al igual que el hombre, tiene el privilegio de poder ser recordado durante muchísimos años pasando a la historia, y al igual que el hombre, depende de él mismo. Muchas personas murieron hace muchos años y se mantuvo su recuerdo mientras los que los conocieron vivieron pero nada más. Sin embargo, aquellas personas excepcionales siguen con su recuerdo vivo tras el paso de los años. Y con el toro pasa igual. ¿Alguien no recuerda a Islero, Velador, Atrevido, Idílico y tantos otros? Su recuerdo seguirá vivo durante mucho tiempo. Muere el toro pero su bravura lo hará inmortal. Ninguna especie más tiene ese privilegio.

Y ahora pretenden quitar la muerte del toro en la plaza. Y todo porque la muerte está mal vista. Siempre fue un tema tabú para el hombre. El final de la vida, el temor a no saber que pasará después. Pero actualmente, en la sociedad que vivimos, la muerte es un tema a evitar, es algo que hay que esconder. Y no se dan cuenta que lo mejor es afrontarla como es, natural como la vida misma. Nacemos, vivimos, morimos. Es el ciclo de la naturaleza, de la vida. Cualquier ser que nace, antes o después, morirá. Porque la vida es eso, sólo un camino, y lo importante no es que se acabe sino lo que hiciste durante ese camino. Pero la sociedad actual no la ve como algo natural. La esconde. En la naturaleza los animales se matan unos a otros para sobrevivir, porque la muerte es vida. Muere un animal para que otro viva. Es natural. Y en el toro bravo entiendo que no sea para sobrevivir, aunque los toros luego se comen como el resto, pero en el toro bravo es en la especie donde la muerte es vida más claramente. Sino existiese la lidia del toro no existiría la especie. La muerte de esos toros en la plaza permiten que en este otoño nazcan los becerros que dentro de cuatro años se lidiarán. Es un ciclo. Un ciclo que si adulteramos quitando la muerte se rompe y tampoco hay vida.
La muerte siempre presente, incluso los mismos toros se matan entre ellos en el campo
Y ahora dicen eso de que se quite la suerte suprema, que no se mate al toro en la plaza. Señores, no vereís matar ese toro en la plaza, pero morirá en el justo momento de entrar hacia los corrales. Quitando la muerte en la plaza no se evita la muerte de ese toro. Y me parece una injusticia para el toro porque la lidia es una lucha a muerte tanto para el toro como para el torero, y en la suerte suprema el toro es donde, quizás, tenga más opción a ganar el combate. Es donde se cruza la muerte de uno con la del otro. Si la quitamos carece de sentido. Además quitarla me parece un egoísmo y no voy a explicar porqué, lo explica mejor D.Angel Peralta con sus palabras: "Sino hubiesen hombres capaces de criarlo y de matarlo es una raza que no existiría. Además el toro a cambio del orgullo de su bravura entrega su vida, es el único animal que el hombre no mata a traición, el hombre no va en busca del toro, es el toro el que viene en busca del hombre, en busca de la pelea y esa pelea tiene que tener un final que es la muerte del toro. Lo que es un egoísmo es hacer lo que hacen en Portugal que le ponen banderillas al toro, le ponen cuarenta cosas, después lo encierran y humillado lo matan en un matadero. Eso sí que es un egoísmo porque se es capaz de disfrutar la bravura del toro y no se es capaz de afrontar su muerte y no es un sentimiento de no ver morir al toro porque se tenga lástima del toro sino porque no se quiere sufrir de verlo morir"
La suerte suprema, donde se cruzan la muerte de ambos
Que razón lleva D.Angel. Todas esas personas que quieren quitar la muerte del toro en la plaza es por eso, para no verlo morir, porque todos saben que ese toro morirá nada más acceder a los corrales. Y ese es el problema que tiene esta liturgia, que se ve morir al animal. No es lógico que se manifieste más gente en contra del toro que en contra de los mataderos donde allí se matan millones de animales más que en las plazas y de una manera más cruel. Allí esos animales, además de haber vivido en unas condiciones mucho inferiores y mucho menos tiempo que el toro bravo mueren sin la mínima oportunidad de defenderse, de una forma antinatural totalmente. El toro bravo, como todos los animales en la naturaleza, tiene la oportunidad de defenderse y ganarse su vida, en un matadero a todos les cae encima la muerte sin la mínima posibilidad de defensa. A esos animales que mueren todos los días en un matadero nadie los recordará nunca. Cuando mueren lo hacen definitivamente. Nadie se acordará de ellos. Sin embargo el toreo tiene mucho más detractores porque esa muerte se ve y se sufre con ella. Y, como ya he dicho, la muerte está mal vista en la sociedad. Si mueren un montón de animales en los mataderos no pasa nada porque no lo vemos, en la plaza como lo vemos y sufrimos si pasa y hay que quitarlo. Pues no señores. Se equivocan.

He visto a más de una persona ver imágenes de un matadero y decir en ese momento "Ya no como más carne" y luego, a los dos días, cuando se le olvidan las imágenes vuelve a comerla y hasta disfrutarla. Porque lo que genera rechazo no es la muerte del animal sino el sufrimiento que la muerte de ese animal genera en nosotros.

En fin, que me distraigo, que yo no debería estar escribiendo esto, que hace dos días del día de los Difuntos y debería estar acordandome de mi abuelo. Ah no, que no me acordaba, que mi abuelo tuvo la posibilidad de dejar un recuerdo tan importante en mí que no hace falta que nadie me recuerde que tengo que acordarme de él. Y sé que hasta que yo no muera él no morirá, porque lo llevo en mi recuerdo y siempre estará conmigo. Porque él si tuvo esa posibilidad...