viernes, 21 de febrero de 2014

La "manía" de los jaboneros...

Hace unos días estaba un poco melancólico y fui a darme un paseo por "La Quinta". Andaba muy despacio, observándolo todo, fijándome en cada detalle. Cada cerrado tenía una historia, cada árbol un recuerdo, hasta el grajo parecía el mismo que espanté en la primera galopada con el "Furia". Me estaba viendo a mí, estaba viendo mi infancia. Iba emocionado, abrumado por los recuerdos, pero a la vez muy tranquilo. Quería saborear el momento.

Cada árbol tenía un recuerdo...
El arroyo parecía llevar la misma agua que bebió aquel semental de nombre "Galero" y entre los acebuches parecía estar aquel toro salpicado número setenta. 

El arroyo parecía llevar la misma agua que bebió "Galero"...
...y entre los acebuches parecía que seguía el nº 70
Estaba viendo mi niñez pasar por delante de mí a cada paso que daba. Tan ensimismado iba que sin darme cuenta había espantado a las vacas. Esas vacas que serían las hijas y las nietas de las primeras vacas bravas que vi. Se fueron detrás del cerro y decidí no molestarlas. Seguí andando y me encontré sola a una vieja vaca jabonera. En lugar de irse asustada buscando a las compañeras se vino hacia mí y me avisó de la posible arrancada. No acaba de entender ese comportamiento hasta que se acercó un poco más. Entonces recordé su mirada. Era la nº 87, aquella que se me arrancó el día del tentadero. Intenté no molestarla, di un rodeo y seguí mi camino. Ya llevaba andado un rato cuando me giré a contemplar "La Quinta" desde otro lugar entonces, sorprendido, vi que la jabonera me seguía. 

Sin darme cuenta espanté a las vacas...
...pero me encontré sola a una jabonera...
...que al principio hizo por arrancarse...
...y después observé que me seguía...
Aquella vaca quería algo de mí. Me senté entre la hierba húmeda y esperé. Entonces la vaca empezó a trotar desde la lejanía y a medida que se iba acercando apretaba más. Por un momento me sentí cogido pero cuando estaba apenas a dos metros se paró. Se quedó mirándome unos segundos que fueron eternos y empezó a darme vueltas. Extrañado, decidí hablarle para ver que quería de mí:

- Jabonera, ¿te acuerdas de mí? - entonces se paró y con su mirada me contestó.
- Claro que me acuerdo. Estás un poco más mayor pero tu mirada no ha cambiado. Ya hacia tiempo que no venías ¿Otra vez vienes a molestar?
- ¿Cómo? Perdona pero no te entiendo - contesté preocupado por su cabreo y por lo que pudiese ocurrir.
- ¿Qué te crees que no lo sé? ¿Qué no nos damos cuenta? 
- No sé a que te refieres...
- ¿Te acuerdas de la arrancada que te di el día que me encerrabais para mi tentadero?
- Sí, hace doce años de aquello. Era bastante pequeño pero me acuerdo. El "Sastre" se puso de pie, se me partió el pantalón y no veas la vergüenza que pasé aquel día al volver a casa. 
- Lo hice por tradición. Os lo merecéis. 
-¿Por tradición? Sigo sin entenderte. - ella miró hacia un lado, muy cabreada, como intentando aguantarse la arrancada. Yo, temeroso, cada vez me escondía más entre la hierba...

Cada vez me escondía más entre la hierba...
Volvió a mirarme y me respondió:
- Sí, por tradición. Se que eres el nieto de Antonio y él a nuestra familia por ser jaboneros nos exigía mucho más. Era mucho más estricto en el tentadero con nosotros y teníamos que ser extraordinarios, de lo contrario nuestro destino era el matadero. Por eso siempre os hemos tratado así. 
- ¿Os hemos tratado así? ¿Acaso lo habéis hecho más veces?
- Veo que tienes mala memoria ¿No te acuerdas de la jabonera que se te arrancó en el "Pozo del Toro"? También era de nuestra familia. 
- Ahora que lo dices si que me acuerdo. A aquella vaca le faltaba un cuerno y me pegó una arrancada fortísima. 
- Porque os lo merecéis. Esa arrancada y todas. Las tuyas, las de tu abuelo y las de D. Manuel Camacho. 
- ¿Las de mi abuelo?
- Sí. A tu abuelo otro jabonero de mi familia se le arrancó cuando iba en el coche. Era un toro que fue a Castellón ¿Ves aquel arroyo del cerrado de "El Puente"? 

¿Ves aquel arroyo del cerrado de "El Puente"?
- Sí. 
- Pues allí los tiró aquel toro. Iba en el coche Diego Puerta, que por aquel entonces era el empresario, y "El Potra" que era el veedor. El toro se arrancó y tu abuelo no tuvo más remedio que intentar saltar. Casi lo consiguió pero las ruedas de detrás se clavaron en el arroyo y frenaron en seco. Puerta que iba detrás se dio un golpe en el hombro y "El Potra" se abrió la frente contra el cristal. A tu abuelo, que era para el que iba la arrancada, no le pasó nada. 
- Nunca me lo ha contado ¿Cómo salió aquel toro?
-  Vaya pregunta ¿Cómo iba a salir siendo de mi familia? Pues bravo. Lo mató "El Soro". - la vaca hizo por arrancarse de nuevo, pero pareció dejarme unos segundos para que me defendiera. 
- Pero... esa exigencia no era culpa de mi abuelo. 
- Claro que sí - contestó cabreada agitando su vieja encornadura. 
- No, esa exigencia tiene su explicación. D. Manuel quería quitar lo jabonero al principio porque venía de Veragua, de lo que le compró a Curro Chica y prefería lo de Núñez. Y luego mi abuelo os exigía más porque hubo una moda entre los toreros que no querían lo jabonero porque decían que les daba mala suerte. 
- ¿Qué toreros decían eso?
- Paco Camino fue uno de ellos...
- ¡Pues vaya toreros! 
- Que no mujer, que ya sabes las manías de los toreros... 
- Bueno veo entonces que no fue culpa vuestra y, aunque no me caéis bien, debo pediros perdón por todos estos años. 
- Todo sea eso, no te preocupes. Una pregunta ¿Aquel becerro criado a biberón también era familia tuya?
- Sí. Fue el último hermano de mi madre. Lo tratasteis muy bien y os recompensó con su nobleza. 
- Bueno... ¡A mí se me arrancó y no tenía ni un mes! 
- Sí, fue la única vez que se arrancó a alguien y no fue a ti por casualidad ¿Quieres que te lo explique otra vez?
- No no, ya lo entiendo. Ya me ha quedado claro que la manía que me tenían los jaboneros no era casualidad...

El resto de vacas miraban desde la lejanía extrañadas por aquel comportamiento y una de ellas berreó...

El resto de vacas miraba desde la lejanía...
La jabonera miró hacia ellas y volvió a dirigir su mirada hacia mí:
- Como teníais vuestras razones doy por zanjado todo lo sucedido durante estos años y ahora vete, que ya es hora de que vaya a beber. 

Entonces la jabonera se fue por un lado y yo me fui por otro. Las piernas me temblaban pero andaba todo lo rápido que podía. Cuando estaba un poco más lejos me giré y me estaba observando. Desde allí me dijo las últimas palabras con su mirada:

Desde lejos me dijo las últimas palabras...
- Si te veo por aquí te respetaré pero con la edad que tengo seguramente no pueda disfrutar mucho más de "La Quinta". Así que espero que respetes a los jaboneros de aquí en adelante. Encantada de hablar contigo y no olvides mis palabras. 
- Igualmente jabonera. Si no te veo más no te preocupes que no olvidaré lo que hemos hablado. Siempre estarás en mi mente. Hasta siempre. 
- Adiós - Empezó a andar en busca de su querencia y mirando de reojo me dijo- y de parte de mi familia dale recuerdos a tu abuelo...

Ya apenas había luz y decidí volver a casa. Iba dándole vueltas a las palabras de la vaca, a su mirada y a la historia que me había contado y cambié de opinión. Cambié de dirección y fui a casa de mi abuelo. Me tomé una manzanilla y unas galletas con él y tras un rato hablando le comenté:

- Abuelo ¿Alguna vez se te ha arrancado un toro al coche?
- Sí, muchas veces, pero la arrancada más fuerte fue una con un toro jabonero que fue a Castellón. Íbamos en el coche Puerta, "El Potra" y yo...


Nota: todas las anécdotas contadas en esta historia son reales y sucedieron con animales de pelo jabonero de la ganadería de Mª Carmen Camacho en diferentes épocas. La vaca que aparece en las fotos se corresponde en realidad con la nº 87.