miércoles, 15 de octubre de 2014

Soñar es más bonito que pensar...

Es por la tarde, una tarde cualquiera en un pueblo no muy lejano del campo bravo. Tienes poco que hacer y te pones a escuchar flamenco tirado en el cama. Te aburres y le das vueltas a la cabeza. Piensas en la vida, en la tarde, en el sol, en la luna, en el destino, en el tiempo. Imaginas historias, cierras los ojos. Parece que las vives. Te duermes y sueñas. 

Cuando uno de esos sueños acaba te despiertas nervioso y perdido. No sabes que hora es, donde estás, casi ni quien eres. Te asomas a la ventana y los últimos rayos de sol dibujan un atardecer anaranjado. Unas nubes pintadas en el cielo te asombran. Te has llevado toda la tarde durmiendo, una tarde de tu larga o corta vida, según se mire, arrojada a los sueños. Empieza a anochecer y no sabes que hacer. La gente normal, lo que marca la sociedad, la vida cotidiana te invita a cenar algo, a ponerte el pijama y a acostarte de nuevo. Pero entonces algo se te pasa por la cabeza y decides que según como tu la miras, la vida es demasiado corta como para vivirla como te marcan las normas. Coges una mochila, un bocadillo, un poco de agua y tu pensamiento. A lo mejor eso último es lo que te falta y por eso te vas. 

Unas nubes pintadas en el cielo te asombran...
Sales andando, sin un destino fijo, mientras el sol cae. Te alejas del pueblo y caminas buscando la compañía del campo, la compañía de la naturaleza, te buscas a ti mismo, todavía andas un poco perdido. Se hace de noche y la luna aparece tras las chumberas. A tu derecha un toro muge al cielo que se transforma y otro te mira sorprendido, quizás de lo loco que estás. Su silueta te enamora. No le ves la cara, ni los ojos, ni su expresión, pero ¿qué más da? Ahí está lo bonito, te lo imaginas. 

La luna aparece tras las chumberas...
...un toro muge al cielo...
...y otro te mira sorprendido. Su silueta te enamora...
El silencio de la noche lo rompe una racha de viento que sopla y mueve las ramas de los árboles. De repente un poco de cordura aparece por tu mente y piensas que haces allí a esas horas de la noche, solo, entre toros. No te da tiempo a pensar más porque un toro reburdea a lo lejos. Vas despacio en su búsqueda, como si te llamase. Por el camino un mochuelo asustado por tu presencia sale volando. Tú también te asustas un poco, pero luego te das cuenta de que estás en la naturaleza, en el campo, de madrugada, alejado del mundo con la única compañía de la luna ¿qué te puede pasar allí?

Sigues en busca de aquel toro y cuando llegas al cerrado el reburdeo ha cesado. Te sientas en el suelo, con la espalda apoyada en el tronco de un acebuche y te comes el bocadillo observando la silueta de los toros en la noche ¿Cuántos locos como tú habrán visto esas imágenes alguna vez? Entonces te das cuenta de que acertaste dejando el pensamiento en tu casa. Te sientes grande entre tanta belleza, dueño de un pensamiento que ahora no está, grande en un mundo tan pequeño. Desde la otra punta un becerro berrea. Por un momento se te ocurre ir a buscarlo, pero decides dejarlo todo en manos de la naturaleza y que te ponga por delante lo que le parezca. Entonces el campo se duerme y todo se vuelve un poco aburrido. El silencio se adueña de todo el ambiente y te duermes allí mismo. 

¿Cuántos locos como tú habrán visto esas imágenes...?
Te despiertas y no sabes que hora es. Buscas el móvil en la mochila pero no lo encuentras. Lo habrás dejado en casa. En realidad ¿para qué lo quieres allí? La luna ha caído bastante y ya está a tu espalda, detrás del acebuche donde te dormiste. Han debido pasar varias horas. Tienes sed y ya no tienes agua. Decides ir a un pozo cercano. Mientras bebes te sientes observado ¿Será la luna? 

La luna está a tu espalda, detrás del acebuche...
...vas al pozo y te sientes observado ¿será la luna...?
Entonces te das cuenta de que no. Es un utrero el que te observa. Parece burraco. Por un momento hace por arrancarse. Da unos pasos hacia ti y te mide. Levanta la cara desafiante. Tú sabes que mientras lo respetes, él te respetará. Además no estás hacia su querencia. Te mira unos segundos, da unos pasos más hacia ti y tu decides hacer lo mismo. Entonces, sorprendido de tu reacción se da la vuelta trotando en busca de su querencia y sus hermanos de camada. 

Es un utrero el que te observa...
Decides seguirlo y subes a un cerro. El cielo empieza a clarear y te sientas en el suelo esperando a ver el amanecer. Los pajarillos empiezan a cantar anunciando un nuevo día. Mientras, los utreros, que te han visto a lo lejos, vienen curiosos a verte. 

Los utreros, que te han visto a lo lejos, vienen curiosos...
Pasas un rato allí sentado. Tú los miras a ellos y ellos a ti. Se asustan y se van. Luego vuelven. Así varias veces, hasta que se acostumbran a tu presencia. Ya con los primeros rayos del sol te vas hacia los cerrados de los toros. Detrás de la pared un toro negro te ve llegar. Te acercas a la pared y observas tranquilamente a un toro colorado que parece competir con lo anaranjado y bello del amanecer. 

Detrás de la pared un toro negro te ve llegar...
...mientras uno colorado compite con el anaranjado amanecer...
El gallo, protegido por el toro, le canta al alba mientras dos toros ensabanados pelean. En sus ojos se refleja el nacimiento del nuevo día. Paseas un poco por allí y te parece ver un toro cárdeno con cuatro cuernos. Sigues adelante y lo que te parece la sombra de un toro castaño se convierte de repente en un toro negro ¿te estás volviendo loco? Quizás ya lo estabas un poco, pero lo que necesitas es dormir. 

El gallo, protegido por el toro, le canta al alba...
...mientras dos toros ensabanados pelean...
...te parece ver un toro cárdeno con cuatro cuernos...
...y la sombra del castaño se transforma en un toro negro...
Decides volver a casa. Para volver tienes que pasar por un cerrado de vacas. Te empiezas a sentir cansado y con mucho sueño. Te cuesta andar. Entonces ves a un espurgabuey que ha subido una escalera de vacas para subirse a lo más alto y ver el sol que ya ha salido. Comienzas a asustarte de tus propios pensamientos y sigues adelante. Sin darte cuenta te encuentras a un becerro que parece tener una pata de cada color y cuando te alejas el semental parece llamarte loco con su postura o quizás la luna lo haya vuelto igual de loco que a ti. 

Ves a un espurgabuey que ha subido una escalera de vacas...
...te encuentras a un becerro que parece tener una pata de cada color...
...y al semental parece que la luna lo ha vuelto igual de loco que a ti...
Llegas a casa un poco asustado, como cuando te levantaste de la cama, sin saber muy bien quien eres, donde estás y que ha pasado, como si todo hubiese sido un sueño. Pero entonces decides que es mejor dejar el pensamiento a un lado, porque la vida, según la miras tu es muy corta como para pensar... es mejor que tu compañera sea la luna, que tu cama sea el campo, que tu mayor preocupación sea un utrero al anochecer y que estés un poco loco... en definitiva decides que soñar es más bonito que pensar...

4 comentarios:

  1. Sin duda una gran reflexión, a la vez que un disfrute para los sentidos como todo lo que escribes.
    Es algo irónico, que los mejores momentos de la vida, en los que de verdad somos nosotros mismos y mas disfrutamos, sean aquellos en los que no seguimos unas normas, simplemente nos dejamos llevar, por el viento, un sonido, la luna, unos ojos en la noche...
    Quizá dejarse llevar sea lo más parecido a soñar, en ninguno de los dos casos actúan nuestra voluntad ni los prejuicios.
    Unas fotos maravillosas, una gran capacidad de transmitir y hacer muy atractivo el campo bravo.
    Un saludo y ánimo con las publicaciones, los que te leemos disfrutamos cantidad

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    1. María:

      ¡Muchísimas gracias! Efectivamente, esos momentos en los que no piensas y te dejas llevar son los más bonitos de la vida y son los momentos en los que somos nosotros mismos al 100%. Ahí no entran pensamientos.

      ¡De nuevo muchas gracias! Para mi es un placer y un privilegio poder compartir con vosotros los escritos y las fotos. Un saludo.

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  2. Solo a ti se te ocurre salir a oscuras al campo quillo, pero son locuras necesarias. A mi si me ha pasado que me ha pillado la noche volviendo de la finca a casa a caballo, y lo he pasado mal la verdad.

    En fin, que eres un crack te acuestes a la hora que te acuestes y te levantes a la hora que te levantes. Un abrazo Alberto.

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    1. MARIN:

      Son locuras que haces una vez porque necesitas el campo aunque sea de noche y te das cuenta de que también es muy bonito. Al final te acabas enganchando también y cuando puedes y se te va un poco la cabeza te vas al campo de noche. He llegado hasta el punto de hacer rutas andando por el campo con mi hermano que duran casi toda la noche.

      ¿Por qué lo pasabas mal? A mi me encanta. Un abrazo y muchísimas gracias MARIN.

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