lunes, 10 de septiembre de 2018

La vida de un toro, la vida de "Pelolargo"...

Era finales de Octubre de un año seco. Hacía fresco pero la lluvia se hacía esperar. En el campo, el pasto de verano se agotaba y la falta de agua hacía que la otoñada todavía esperase para nacer, pero él no podía esperar. Ya llevaba nueve meses en las entrañas de su madre y era hora de ver la luz del sol, la luz del campo bravo, la luz de la vida. "Pelolargo" nació de la vaca del mismo nombre, marcada con el número 701, al final de la tarde de un día fresco de Octubre del año 2013 en el cerrado del "Pantanito", cerca de "Las Pistoleras". En pleno centro de la ruta del toro, a los pies de un castillo, el que le da nombre a la ganadería a la que él iba a pertenecer: "Torrestrella". Tuvo la suerte aquel precioso becerrito burraco de nacer en "Los Alburejos", una de las fincas de más solera del campo bravo gaditano.

"Pelolargo" un precioso becerrito burraco nacido en "Los Alburejos"...
"Pelolargo", bajo los cuidados de su madre y la atenta mirada del vaquero y el mayoral, jugueteaba con sus compañeros de camada por el pasto seco del "Pantanito". Cuando las primeras aguas llegaron, para evitar el barro y que el ganado tuviese respaldo y a la vez evitar que las pezuñas pisasen la hierba que comenzaba a nacer, el lote de vacas al que pertenecía la madre de nuestro becerro fue trasladado al monte, al cerrado de "Las Pilas". Allí abundaban los lentiscos y carrascas, y el pequeño macho burraco se escondía entre el monte con otros becerros de su camada.

El lote de vacas al que pertenecía "Pelolargo" fue trasladado al monte...
Aquel becerro fue creciendo y el pelo mulato con el que nació se fue oscureciendo. Ya era casi un añojo y llegó el momento del destete. Varios meses después el hierro caliente marcaba su piel. Aguantó firme y serio en el cajón, sin berrear ni quejarse en ningún momento. Tragándose el dolor, como lo hacen los bravos. Cuando la puerta se abrió, corrió decidido a su querencia, con el número 45 y el hierro de "Torrestrella" marcado para siempre en su pelo burraco.

Aguantó firme y serio en el cajón, sin berrear ni quejarse y cuando se abrió...
...corrió con el número 45 marcado en su pelo burraco para siempre...
Después del herradero pasó un año entero en "El Carrascal", la otra finca de D.Álvaro, y allí aguardó hasta el momento de su primera prueba de bravura. "Pelolargo" era un precioso eral y ya destacaban en su cabeza dos bonitos pitones que apuntaban hacia el cielo. Una mañana fría de febrero, con dos años cumplidos, llegó la hora del tentadero de machos. Le tocó en suerte a dos garrochistas de la casa, al joven rejoneador D.Pablo Domecq amparado por D.Juan Cid, mayoral de "Torrestrella". Aquel eral burraco hizo la carrera muy bien, rápido y derecho hacia la querencia, hasta que en las cercanías del caballo de picar el garrochista lo derribó dándole una espectacular voltereta. "Pelolargo" se levantó rápido y se arrancó a la cola de los caballos. En el primer puyazo empujó en el peto pero solo con el pitón más ofensivo, el derecho. A lo lejos el ganadero observaba el comportamiento del eral. Ordenó que lo pusieran de largo y el 45 se arrancó al peto alegre y al galope, demostrando su bravura. Hasta cuando había terminado la tienta y lo llevaban para la querencia se arrancaba galopando. Buena nota en el tentadero de machos.

Era un precioso eral y ya destacaban dos bonitos pitones...
...y llegó el momento del tentadero de machos...
...lo derribaron de una espectacular voltereta...
...y se arrancó rápido a la cola de los caballos...
...en el primer puyazo empujó con un pitón...
...en el segundo se arrancó de largo con alegría...
...y hasta cuando se lo llevaban se arrancaba galopando...
De erales para utreros volvieron a "Los Alburejos" y después de un invierno al resguardo del monte detrás del castillo de "Torrestrella", los machos del guarismo 4 empezaban a definirse. Entre una variopinta camada destacaba de todos por su seriedad y su llamativo pelo "Pelolargo". Ni aquel salinero careto conseguía hacerle sombra.

La camada empezaba a definirse y destacaba de todos "Pelolargo"...
...ni aquel salinero careto conseguía hacerle sombra...
Poco tiempo después, con tres años cumplidos, llegó el momento de ocupar los cerrados de toros. Del anonimato detrás del castillo, a ser el centro de atención en los alrededores del cortijo. Los primeros veedores se acercaban y ya en verano los utreros marcaban las caras que tendrían el año siguiente cuando fuesen toros.

De utreros ya marcaban las caras que tendrían al año siguiente...
Pasados unos meses, ya en invierno, el número 45 se iba cuajando y fue apartado con la cabeza de camada en el cerrado de "El Pozo". El pelo de invierno y todavía la falta de remate le daban cierta apariencia de novillo, pero su expresión iba cambiando.
Fue apartado con la cabeza de camada y aunque el pelo de invierno y...
...la falta de remate le daban apariencia de novillo, su expresión iba cambiando...
En primavera, nuestro becerro ya estaba reseñado como uno de los toros destacados de la corrida de Bilbao. Entre el colorido de las flores de "Los Alburejos" el pelo burraco y la seriedad de "Pelolargo" saltaba a la vista. Se había ido cuajando y su expresión había cambiado, ya si era un toro.

En primavera ya estaba reseñado como uno de los toros de la corrida de Bilbao...
...y entre el colorido de las flores...
...el pelo burraco y la seriedad del toro saltaba a la vista...
...se había ido cuajando y su expresión había cambiado...
Varios meses después el destino se acercaba. El número 45 ya estaba completamente rematado y paseaba su seriedad en las calurosas tardes del verano gaditano. Como había hecho desde becerro, en cuanto veía algo extraño se encampanaba, serio, seguro de su fortaleza, guardián de su territorio.

Paseaba su seriedad en las calurosas tardes de verano...
...y se encampanaba, serio, seguro de su fortaleza, guardián de su territorio...
Unos días más tarde los cencerros de los bueyes sonaban entre los cerrados. Era 15 de agosto, hacía calor y el polvo se pegaba al sudor de los caballos y de los vaqueros. Salían los toros de "El Pozo" y ya no volverían más. Cerca del cortijo se apartaban de dos en dos y se llevaban a los corrales. A media tarde solo quedaban los dos últimos, "Barbadura" y "Pelolargo". Galopaban con los bueyes hacia los corrales y una vez allí esperaban inquietos su momento. "Barbadura" pasó primero. "Pelolargo" esperaba solo, el último de la corrida en cargarse. Miraba a la gente que pasaba por encima del corral, miraba las puertas esperando que alguien entrase para enfrentarse a él, miraba hasta a su propia sombra, desafiante. Unos minutos después, a las seis de la tarde en punto, la puerta se abrió y aquel precioso burraco, en el último cajón del camión, salió de "Los Alburejos", de la tierra donde había nacido, para siempre.

"Barbadura" y "Pelolargo" esperaban inquietos su momento...
...y el 45 miraba desafiante a la gente, a las puertas y hasta su propia sombra...
...se abrió la puerta, se cargó en el último cajón y salió de "Los Alburejos"...
Al día siguiente, tras muchas horas de viaje y mil kilómetros recorridos los toros bajaron en los corrales de la plaza de Vista Alegre de Bilbao. Tendrían varios días para descansar del viaje y reponerse. Allí nadie los molestaría y vigilados por el mayoral, esperarían hasta que llegase el día clave. Con el paso del tiempo los toros se acostumbraron a su nueva estancia y estaban tranquilos, pero "Pelolargo", como durante toda su vida, al más mínimo ruido o movimiento se encampanaba desafiante.

Con el paso del tiempo los toros se acostumbraron y estaban tranquilos...
...pero "Pelolargo", al más mínimo ruido o movimiento...
...se encampanaba desafiante como había hecho desde becerro...
Se levantó una mañana espléndida. El frescor del norte no aparecía y más bien hacía calor. Era el día clave. Aquella mañana las cuadrillas, después de ver la corrida, habían hecho los lotes lo más parejos posible. Tres bolas de papel de fumar y muchos nervios. Los toros volvían al origen por un momento, al fondo del sombrero del mayoral. Un trozo de campo que siempre les acompañaría, hasta el final. "Pelolargo" había sido enlotado con el colorado girón de nombre "Tocón". Había mucha expectación con la corrida. Le tocó en suerte al joven torero Luis David Adame. Saldría en tercer lugar.

Tres bolas de papel de fumar y muchos nervios...
En el apartado todos los aficionados querían ver al precioso "Pelolargo". Entró al corral de apartado, miró hacia arriba y esperó, esta vez más tranquilo. Sonó un timbre y en una esquina se abrió una puerta. El burraco se acercó, pero se frenó al pasar. Le sacaron un pañuelo y tras un resoplido aquel toro marcado con el número 45 quedó enchiquerado.

Entró al corral de apartado, miró hacia arriba y esperó...
...se frenó al pasar, y tras una arrancada, quedó enchiquerado...
Mientras el torero se vestía, el toro esperaba en la soledad del chiquero. Un murmullo crecía en los alrededores de la plaza. La hora se acercaba. La divisa, azul y oro, esperaba paciente el momento de ser clavada en el morrillo. Los colores de "Torrestrella" en el pelo burraco de un típico "Torrestrella".

La divisa, azul y oro, esperaba paciente a ser clavada en el morrillo...
Los dedos del torero liaban el suave capote de paseo. Sonaban los clarines. Empezaba la corrida. Salían los toros de "Torrestrella" al ruedo de Vista Alegre. Y al igual que en el embarque, tras "Barbadura", llegó el turno de "Pelolargo".

Los dedos del torero liaban el capote de paseo...
...y tras "Barbadura" llegó el turno de "Pelolargo"...
Número 45, nacido en Octubre de 2013, 545 kg de peso. Se abrió la puerta de chiqueros y llegó la hora de la verdad, el destino, la lidia, la muerte. Después de cuatro años de cuidados el mayoral observaba tras la barrera. Tocaba demostrar si todas esas miradas desafiantes eran de verdad. Era el momento de demostrar lo que llevaba dentro. Cuatro años de crianza para quince minutos de gloria. Salía aquel becerro burraco a la oscura arena de Bilbao para embestir hasta la muerte.

La tablilla anunciaba sus datos...
...después de cuatro años de cuidados el mayoral observaba...

...y salía aquel burraco para embestir hasta la muerte...
La mirada desafiante, como siempre, encampanado y serio. El morrillo lucía brillante, esta vez vestido por los colores de la divisa, por los colores de su casa, por los colores de "Torrestrella". Trotaba majestuoso "Pelolargo" por el ruedo y los aplausos sonaban por los tendidos. Presentación impecable, vistosidad en la cara y el pelo.

La mirada desafiante, como siempre, encampanado y serio...
...el morrillo lucía brillante, vestido por los colores de la divisa...
...trotaba majestuoso "Pelolargo" y los aplausos sonaban por los tendidos...
Embistió al capote de Adame con fuerza y transmisión, colocando la cara a media altura y con el rabo apuntando al cielo. Mientras el burraco galopaba por la arena el torero lo llevaba por chicuelinas al peto.

Embistió al capote de Adame con fuerza y transmisión...
...y mientras el burraco galopaba el torero lo llevaba por chicuelinas al peto...
Se arrancó alegre al caballo, galopando, y empujó solo con el pitón derecho, igual que hizo aquella mañana fría de febrero en el tentadero de machos. Volvió al segundo puyazo, pronto, sin dudar en ningún momento. Fijo en el torero, esperaba al cite para el quite. Encampanado, serio. La pelea era de verdad. En banderillas galopó con transmisión, encelado tras el traje de los banderilleros. Y llegó el último tercio.

Se arrancó alegre y empujó con el pitón derecho...
...fijo en el torero, esperaba el cite para el quite...
...en banderillas galopó con alegría...
Lo citó el torero desde los medios y "Pelolargo" galopaba queriéndose comer la muleta. Le dio muchos muletazos y el toro no paraba de repetir, colocando la cara a media altura, pero con mucha transmisión. Fue igual de claro tanto por el izquierdo como por el derecho y siempre fue con casta tras la muleta, hasta en los pases de pecho.

Lo citó el torero desde los medios y el toro galopaba queriéndose comer la muleta...
 ...no paraba de repetir y fue igual de bueno por el izquierdo...
...como por el derecho...
...y siempre fue con casta tras la muleta, hasta en los pases de pecho...
Lo mató en el tercio, de una estocada entera y aquel bonito burraco aguantó la muerte hasta el final. En el arrastre el público le recompensó con una sonora ovación, al torero le pidió una oreja y el ganadero tuvo que saludar al final de la corrida por haber criado una corrida de toros tan interesante.

En el arrastre el público le dió una sonora ovación...
...al torero una oreja...
...y el ganadero tuvo que saludar por el conjunto de la corrida...
Y así fue la vida de "Pelolargo", una vida que comenzó una tarde de octubre en el cerrado de "El Pantanito" y acabó entre palmas una tarde de agosto en Bilbao. Un toro bravo que tuve la suerte de ver nacer, crecer y pelear con bravura hasta el final. Acaba la vida y empieza el recuerdo. "Pelolargo", un bonito burraco de "Torrestrella" que nunca olvidaré...

4 comentarios:

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