Un tarde cualquiera paseo por mi pueblo, Medina Sidonia. Finales de verano y el calor aprieta. Mis paisanos me regalan las calles por un rato. Soledad y silencio. Silencio en parte, porque en soledad, las piedras hablan. Una pared me cuenta que un día tuvo el hueco de una puerta. Sigo andando y tras la esquina me parece encontrar al burro del lechero repartiendo leche por las callejuelas de Medina.
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Una pared me cuenta que un día hubo una puerta... |
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...tras la esquina me parece encontrar al burro del lechero... |
Más adelante una cruz me indica el lugar de una antigua ermita. El silencio sigue presente, pero ya no voy solo. El recuerdo de un pueblo me acompaña, el recuerdo del pasado. Llego a un cruce de calles. No hay nombres modernos. Una calle se llama Ganado, curiosamente la calle que la cruza se llama Manso.
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Una cruz me enseña el recuerdo de una vieja ermita... |
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...y llego a un cruce de calles... |
Camino despacio, dándole tiempo al pasado a que me cuente la historia de mi pueblo y de su gente, pero entonces el silencio se rompe. La reja de una ventana deja escapar un fandango que da gusto escuchar. Un pajarillo se posa en el tejado de enfrente a disfrutar. El gato de la vecina se asoma al balcón para paladear el cante, tan andaluz como el arco que tengo que atravesar para continuar mi camino en busca del pasado.
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La reja de una ventana deja escapar un fandango... |
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...un pajarillo se posa en el tejado de enfrente para disfrutar... |
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...y el gato de la vecina se asoma para escuchar... |
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...un cante tan andaluz como el arco de la Pastora... |
Empieza a caer la tarde, corre una suave brisa marinera y la gente sale a la calle. Buscando a mi compañera la soledad sigo subiendo por las callejuelas de mi pueblo. Casi llegando arriba del cerro me vuelvo y contemplo la bahía de Cádiz por encima de la muralla ¿Dónde estarán aquellos que pusieron esas piedras?
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Subiendo, tras la muralla, contemplo la bahía de Cádiz... |
Tras un rato llego arriba del todo, la tarde cae y el sol, con timidez, ilumina la muralla de una civilización perdida, guardando miles de secretos entre sus rendijas. Solo y algo cansado me siento a contemplar el atardecer. Entonces pienso ¿cuántos secretos se habrán perdido? ¿cuántas personas habrán visto este atardecer antes que yo? ¿cuántas tradiciones habrán desaparecido para siempre? El día descansa y aparece la noche. Vuelvo a casa con la sensación de haber sentido el pasado, con las ganas de viajar años atrás para no solo sentirlo o intuirlo, sino para verlo...
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El sol, con timidez, ilumina las murallas de una civilización perdida... |
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...y contemplando el bello atardecer, pienso... |
Pocos días después, pensando en el Toro, vuelvo a "Comeuñas". Nada más entrar esa sensación me vuelve a recorrer el cuerpo ¿Cuántos toros habrán comido de esa hierba que alimenta a los utreros al amanecer? Sigo adelante y la pequeña casa sigue en pie, esperando a un dueño que se fue...
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Los utreros comen al amanecer... |
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...mientras la casa sigue esperando a un dueño que se fue... |
Esa sensación de sentir el pasado me acompaña, hasta que llego a los corrales de la finca. Entonces dejo de sentir el pasado y empiezo a verlo. Hoy toca herradero de los machos del guarismo cuatro. Unas manos sabias preparan, con una cuerda y un palo, el lazo para coger a los becerros. Primero parece querer coger la sombra del sombrero de ala ancha. Luego espera la orden apuntando hacia el cielo, para no molestar a los animales. Cuando los hierros están calientes el lazo baja al corral y se mete entre los becerros. El hombre que lo maneja, con suma maestría enlaza al primer macho, un becerro bien criado que ya apunta a la morfología típica de los toros de Cuadri.
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Unas manos sabias preparan el lazo... |
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...que intenta coger la sombra del sombrero de ala ancha... |
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...espera paciente a que los hierros se calienten... |
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...y coge al primer macho de Cuadri... |
Después la cuerda se pasa a los que esperan fuera del corral y, con mucho cuidado, tiran del becerro hacia fuera. Aquí no hay cajón, aquí no hay modernidades, aquí se guardan las tradiciones. El encargado de barbear al becerro lo hace rápido, con decisión, sin titubear. En un segundo el becerro está en el suelo sin tiempo a reaccionar.
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El becerro sale al corral... |
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...el hombre lo barbea sin titubear... |
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...y queda en el suelo inmóvil, sin poder reaccionar... |
La libreta espera paciente. D. Fernando Cuadri pone el hierro de la casa, de su casa. El becerro está herrado y se suelta con seguridad y rapidez. Todo el mundo espera paciente y tranquilo, refugiado y quieto, a que el becerro salga del corral. No hay movimientos bruscos ni tampoco voces. En el campo el tiempo lo marca el animal y el respeto al Toro es primordial. El ganadero observa la salida de sus becerros y posteriormente vuelve a su libreta.
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La libreta espera paciente... |
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...D.Fernando pone el hierro de la casa... |
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...de su casa... |
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...una vez herrado el becerro se suelta... |
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...el ganadero observa la salida de sus becerros... |
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...y vuelve a su libreta... |
El herradero prosigue con tranquilidad. El respeto al Toro se respira y se mezcla con el olor a pelo quemado de los futuros toros de Cuadri. Lazos, hierros, hombres y becerros. Aquí si puedo ver el pasado. Las manos sabias y curtidas del antiguo mayoral esperan junto a las navajas para hacerle la señal de oreja a los becerros.
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El respeto al Toro se mezcla con el olor a pelo quemado... |
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...mientras la manos del antiguo mayoral esperan para hacer la señal de oreja... |
La faena prosigue mientras la Virgen vigila que todo salga bien desde la gorra del mayoral. Uno de los becerros observa sorprendido como se llevan a su hermano. Él será el siguiente. Las navajas se afilan y aparece el recuerdo. El pasado dentro del pasado. El número 18 marca a otro becerro negro. Quizás el destino ponga en la plaza dentro de cuatro años a otro toro tan bravo como "Trastero"...
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La Virgen vigila la faena desde la gorra del mayoral... |
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...uno de los becerros observa sorprendido como se llevan a su hermano... |
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...él será el siguiente... |
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...las navajas se afilan... |
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...y aparece el recuerdo de "Trastero"... |
Ganadero y mayoral tiran de la cuerda para sacar a otro de los becerros. Es barbeado de nuevo y tras ser soltado parece acordarse de aquel que le cogió la cabeza y se vuelve, ya herrado y con la señal de oreja hecha, y mira desafiante a todos los presentes.
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Ganadero y mayoral tiran para sacar a otro becerro... |
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...que sangrando todavía por la oreja se vuelve desafiante... |
Los becerros vuelven al campo al paso, tranquilamente, aún son pequeños pero ya apuntan las hechuras de lo que serán, toros de Cuadri... Acaba la faena como empezó, con el respeto al toro y la humildad por bandera, respetando las tradiciones. Una agradable tertulia prosigue a la faena. Como los antiguos, la familia Cuadri ofrece su casa. Humildad, armonía y afición llenan el ambiente. Un hombre, sentado al lado de una carreta parece recordar un pasado que vivió...
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Los futuros toros de Cuadri vuelven al campo tranquilamente... |
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...y tras la tertulia un hombre parece recordar un pasado que ya vivió... |
"Legionario", con su mirada noble, me despide y mientras vuelvo al presente pienso que, quizás, "Comeuñas" sea como esas piedras de las murallas de Medina, que en sus rendijas guarda los secretos y el pasado del campo bravo, tradiciones perdidas y hombres de los que ya no quedan, como una civilización perdida...