miércoles, 31 de octubre de 2012

El Secreto de la Bravura

El secreto de la bravura es el saber más deseado por ganaderos, por toreros y casi por cualquier aficionado que se precie. Los primeros para buscarla, los segundos para rehuírla y los terceros para disfrutarla. La bravura es el fundamento de todo, es el centro de nuestra fiesta, es como el grial de la tauromaquia. Eso que todos buscan ansiadamente y que muy pocos consiguen, o cuando creen que lo están consiguiendo llega el toro y demuestra que no, poniendo a cada cual en su sitio. Le inquieta a los ganaderos el saber cómo se llega a ese secreto, cómo se consigue la bravura con seguridad de que no te estás equivocando.

Y esa búsqueda no es nueva ni mucho menos, ya muchos ganaderos antiguos buscaban la bravura. Se creía y se cree que está basado en la selección, que cada animal lo lleva en sus genes. Pero ¿siempre es así? Esta teoría funciona a veces y otras no. Toros de alta nota de madre y de padre, hermano de un toro de bandera puede salir manso. Toros en los que el ganadero tiene puesta mucha confianza hay veces que fallan, y sin embargo algún becerro de alguna vaca de desecho en el que no confías puede ser el mejor de toda la camada. Puede que se acerque a la incógnita pero está demostrado que no es del todo fiable. Todavía queda ese halo de no saber que va a pasar.

Otros ganaderos pensaban que eran las hechuras. Un toro con buenas hechuras suele embestir. Toros bien hechos, cuesta abajo, con el peso que le quepa en su caja, largos, armónicos... Suelen salir buenos. Pero esta teoría también falla. Vemos muchos toros preciosos que no embisten y luego vemos otros feos y mal hechos que sí lo hacen. Suelen embestir más los de buenas hechuras pero hay más excepciones de la cuenta. Otra teoría que no sirve.
Los toros con las hechuras como éste suelen embestir
Todos sabemos que cuando sale una corrida mala, suele salir entera y cuando sale buena suele salir entera también. Y si que es cierto que, en ocasiones, todos los toros que se paran en una camada salen en la misma corrida, todos los que mansean igual y todos los buenos igual. No ocurre siempre pero suele ocurrir. Y esto llevó a los ganaderos a formular otra hipótesis ¿no será que influye el día, la temperatura, la altitud...? Es cierto que a los toreros los días nublados les gusta. Y muchos ganaderos empezaron a recoger datos. Algunos incluso se dieron cuenta que en determinadas poblaciones donde el agua es muy diferente a la que bebían esos toros en el campo los animales tenían problemas digestivos y perdían fuerza parándose antes. Pero esto siempre no es así. También se ven encierros en los que sale de todo. Y las condiciones climatológicas son para todos las mismas, con lo que esta teoría tampoco nos sirve.
Las condiciones ambientales, de los corrales... es para toda la corrida igual
Otra cosa que se dice por ahí, que por cierto está muy de moda ahora, es el "manoseo" o "humanización" de los toros. Esto quiere decir que los toros cuantas más veces hayan entrado en la manga, cajón, corrales, hayan sido visitado por los hombres, y en definitiva, cuanto más contacto hayan tenido con el hombre menos embisten. Ahora es cierto que el toro está más en contacto con el hombre que antes. Antiguamente vivía de forma más salvaje y con menos control. Pero esta teoría serviría si todos los animales de una ganadería donde ponen fundas y se manosea más al toro saliesen mansos y si todos los animales de una ganadería donde el animal vive de forma más salvaje saliesen bravos. Pero resulta que esto no es así. En todos sitios salen bravos y mansos, y se supone que todos los toros de una misma ganadería tienen el mismo o parecido contacto con el hombre. Por lo que otra hipótesis más que no nos sirve.
El contacto con humanos es frecuente en la actualidad pero para todos por igual
Son muchas las hipótesis y aún hay más. Otros piensan que la bravura se "ve". Que cuando ves un toro en el campo ese toro te dice con la mirada o con su expresión si es bravo o no. Te dice algo que hace que confíes más en ese animal. E incluso se le puede llegar hasta intuir las fuerzas o la forma de embestir al verlo moverse en el campo. Dice el gran Florito, mayoral de las Ventas, que él sabe cuando un toro o una corrida viene bien o mal de fuerzas. Y me lo creo. La clave está en saber observar y apreciar lo que te dice el toro con sus movimientos. Captar lo que él te está diciendo. Normalmente los vaqueros y mayorales tienen predilección por algún toro en especial. Porque ese toro les transmite. Pero hay veces que esos toros en los que tanta confianza pones también fallan. Y otro en el que pensabas que no iba a embestir sale el más bravo de todos. Con lo que otra hipótesis que se cae de la lista.
La expresión de "bravo" fundamental
Otra más dice por ahí que hay que lidiar al animal en el momento justo. Que ellos también tienen etapas. Que con el tiempo va cambiando su carácter. Es lógico pensar eso puesto que los añojos y erales suelen moverse mucho y tener una embestida más alegre y fácil de llevar, mientras que los cinqueños suelen aprender antes, se paran y se reservan mucho más las fuerzas. Y eso es porque la edad, el momento en el que se lidia influye. Pero hemos visto multitud de cinqueños embestir y algunos ganaderos incluso los prefieren a los cuatreños. Con lo que esta teoría tampoco nos sirve.
La edad y estado del animal influyen en su comportamiento
Teorías e hipótesis hay muchas más y cada uno tiene la suya. Personalmente pienso que es una mezcla de todo. Que para que salga un toro de bandera se tienen que reunir muchas variables. Si tiene buena reata y hechuras, se lidia en el justo momento que es el momento en el que te transmite "eso" en el campo, se ha manoseado poco durante su vida y encima le toca el torero o la plaza adecuada ese toro sale de bandera. Si cambia alguna de esas variables ese toro a lo mejor saldría de otra forma. 

A la hora de "adivinar" como saldrá un toro me dejo influir mucho por las hechuras. Veo un toro y es lo primero que me llama la atención. También que el toro esté en tipo de la ganadería, que es, en parte, una variable de las hechuras. Antes sólo me dejaba guiar por eso, acertaba mucho pero también solía fallar y me di cuenta que esa variable sola no era demasiado fiable.

Pasado un tiempo junté esa variable con otra, que incluso la tengo más en cuenta que la anterior. Me gusta mucho y hago siempre mucho hincapié en lo que te transmite el toro con su mirada, con sus movimientos, con su expresión. Creo que ahí está la clave. En la mirada del toro se lee su comportamiento. Pero hay que saber leerlo y no siempre es fácil y se acierta. Y si sabes leerlo bien hay otro problema ¿cómo consigues eso? No se sabe. Es el Secreto de la Bravura.

domingo, 28 de octubre de 2012

Esperanza

Desde hace un tiempo el mundo del toro está lleno de negatividad. Empezó todo con aquella región española que quitó los toros a causa de varios políticos. Sí, hablo de Cataluña. Con aquel hecho comenzó un "run run" que lo volvió todo negro alrededor del toro. Muchos pensaron que aquello era el principio del fin. Algunos ya se veían viendo toros bravos en videos y documentales. Imaginaban que ese movimiento se extendería por el resto de España y el mundo del toro bravo.


Pasado un tiempo San Sebastián, debido de nuevo a los políticos, declaró que por un tiempo no habría toros. Muchos se echaron las manos a la cabeza y esperaban la siguiente ciudad, provincia o región que ninguneara a la fiesta de los toros.

Toda esta corriente negativa se potenciaba con la drástica reducción de festejos, la falta de público en las plazas, el acúmulo de toros en el campo... Eso llevó a la desaparición de multitud de ganaderías, algunas de ellas importantes y con una importante reserva genética. Y todo iba a peor. El exceso de toros acababa en la oscuridad del matadero. Muchas ganaderías mandaban vacas al matadero también para reducir cabezas. Incluso se habló de que desaparecerían las subvenciones. La apocalipsis del campo bravo.

Mientras tanto, en las plazas y lo que quedaba de su público veíamos como el espectáculo iba a peor. Pocos toreros ilusionan, pocos toros embisten, el aburrimiento se hacía dueño de todo durante más tardes de la cuenta... Encima algunos toros salían excesivamente "astigordos", curiosamente cuando venían las figuras. Éstos últimos, sus apoderados y empresarios vetaban a los pocos toreros de verdad, que sí interesan al aficionado. Todo ello unido a lo anteriormente escrito hacía presagiar lo peor y el "run run" de la desaparición de los toros iba creciendo.
Todo no es tan negro...
Pero aún hay esperanza. Recientemente muchas provincias o comunidades autónomas han comenzado a proteger y dar su apoyo a la fiesta. Para tranquilidad y alivio de los ganaderos se ha dado a conocer que se mantendrán las subvenciones y que la votación ha sido incluso más positiva que el pasado año. Para el aficionado hay toreros que siguen ilusionando e incluso la cantera aprieta con fuerza con ese binomio Jose Garrido-Lama de Góngora...

¿No será entonces que esto que está ocurriendo es normal? Con esta crisis que tenemos encima no hay que olvidar que los toros es un espectáculo de ocio y que además es caro. Quizás sólo sea cuestión de pérdida de riqueza en el público que asistía a las plazas y no pérdida de afición.
Con el apoyo de ciertas comunidades autónomas hemos apreciado, si es que aún no se sabía, que la negativa a los toros sólo ha sido por cuestiones meramente políticas y en regiones puntuales de nuestro país.
La reducción de festejos y de ganado es lógica puesto que la sociedad española posee menos riqueza y va menos a las plazas. El excedente de toros y ganaderías es normal puesto que hace cuatro años no se sabía como estaríamos ahora y esos toros ya estaban ahí.

Pero todavía hay esperanza. Muchas comunidades autonómas nos dan su apoyo, Europa es aún más consciente que nuestro propio país de la riqueza genética y cultural que genera el toro bravo y nos da todo su apoyo ofreciéndole las subvenciones a nuestros ganaderos. Todavía hay toreros y ganaderos que se esfuerzan por levantar esto. Pero además de apoyo nos dan su confianza y hay que demostrarles que hacen bien. Es el momento de hacer un cambio en el sector. Es el momento de reducir festejos y apostar por la calidad, de apretarse todos un poco el cinturón y atraer al público a las plazas. E incluso me atrevería a decir que todo esto nos viene bien. Creo que va a servir para sanear un poco el mundo del toro. Deberíamos aprovechar esta reducción de festejos para quitar de enmedio a todos esos toreros que no dicen nada y dejarle sitio a los que de verdad quieren ser algo en esto y no piensan sólo en el dinero. Deberíamos aprovechar para despejar el camino a los ganaderos de verdad quitando toda esa maleza de ganaderías que salieron del ladrillo y las empresas. Además creo que de aquí a unos años veremos más bravura porque las ganaderías se reducen pero el ganadero no es tonto y quita lo que sale peor pero deja lo bueno.
Es el momento de llenar las plazas de nuevo.
Así que es el momento. Nos lo están poniendo en bandeja las instituciones. Nos lo dicen indirectamente desde Europa. Pero hay que actuar, hay que luchar, hay que cambiar. Que desaparezcan toreros que no ilusionan y ganaderías que no se esfuerzan y no buscan el bravo. Sin permitir errores. No puede ser que desaparezcan los patas blancas de Sanchez Cobaleda o los coquilla de Cifuentes. Eso es un grave error. Es el momento de hacer las cosas bien y cambiar. Porque ahora nos están apoyando pero puede llegar el día en que perdamos su apoyo y las subvenciones son muy importantes para las ganaderías de verdad. Y ahora que todavía tenemos su apoyo es el momento. Para que esos becerros que ahora están naciendo puedan derrochar su bravura en el albero, hay que luchar, que todavía hay esperanza.
Luchar para que estos becerros puedan demostrar su bravura.

miércoles, 24 de octubre de 2012

El Arte

Ahora está de moda el arte. Para muchos horteras modernos todo es un arte. El arte de torear, el arte de pintar, el arte de actuar, el arte de cantar, el arte de bailar, el arte de escribir... Todo es arte. Creo que es una corriente moderna que "se lleva" ahora y nada más. Pienso que nada en general es un arte. ¿Cualquier torero crea arte? ¿Cualquiera que pinte hace una obra de arte? ¿El que canta debajo de la ducha pegando tres o cuatro voces crea arte también? Será más bien cuestión de artistas que de arte.
Una de sus últimas creaciones
El arte no lo lleva una profesión ni un trabajo, el arte lo lleva una persona, el artista. Ese ser humano "especial", con un don que lo hace diferente a los demás, es el que tiene arte. Y normalmente el artista no sólo es artista en lo suyo sino en casi todo lo que hace. Y digo todo esto porque me he convencido de ello durante estos años, porque he tenido la suerte de convivir con una de esas personas especiales durante toda la vida.
Otra de sus pasiones, el caballo, presente en este dibujo
Es el prototipo de artista. Desde pequeño tuvo arte en lo suyo que es eso de dibujar. Un lápiz, un papel y un niño creaban arte cualquier tarde de invierno en la mesa del salón. Siempre fue tímido y en las reuniones familiares buscaba un lápiz por toda la casa y en lugar de hablar se ponía a dibujar en cualquier servilleta o papel que encontrase. Al final dejaba en la mesa el papel y todos terminábamos hablando del artista.
A medida que fue creciendo se fue interesando por más cosas. Le gustaba venirse conmigo al campo a montar a caballo, se fue aficionando al toro, al flamenco, a los animales... Y en cuanto se puso hizo de todo ello un arte. Montando a caballo tiene esa cosa especial que hace que no puedas dejar de mirarlo. Le sale ese arte especial al ponerse los zahones, al apartar el ganado, e incluso ha desarrollado "algo" especial con el toro. Todos los años se "enamora" de varios toros de diferentes ganaderías cuando los ve en el campo. Le transmiten algo y ese toro que él elige no falla. Será cosa de artistas...
También es un artista en otras facetas, como en el trabajo con el toro
Ultimamente incluso le ha dado por coger capote y muleta en algunos tentaderos. Y como si fuese un pincel o un lápiz también transmite ese arte en el lienzo del ruedo. Él dice que el toro, el caballo y el campo son su inspiración, pero es que inspirándose también derrocha ese arte y naturalidad que le caracteriza.

Y lo conozco tan bien porque tuve la suerte de que ese artista fuese mi hermano. Y siendo hermano también derrocha arte porque aparte es además amigo y compañero. Cuando éramos pequeños compartíamos juegos, risas y enfados; ahora apartamos toros, montamos a caballo, compartimos opiniones de aficionado, ilusiones y pensamientos. Y me ilusiona su futuro. Si sólo con diecisiete años y la adolescencia encima es capaz de hacer esos dibujos que hace no sé que va a dejar para cuando se haga un hombre y adquiera experiencia. 
Hermanos y compañeros
Dicen que nos parecemos mucho físicamente, en la forma de montar porque tenemos los mismos maestros y mismas inquietudes, pero él tiene algo que yo no tengo, el arte. Pero no hay cosa que me haga más feliz que eso. Poder disfrutar durante toda mi vida de estar junto a él, al lado de un artista, no tiene precio, pero si encima ese artista es compañero, amigo y hermano me convierte en alguien especial, sólo por estar a su lado.
Dicen que nos parecemos en la forma de montar...
 Y escribo esto por si acaso le da por leerlo para que sepa lo que lo aprecio. Ya falta poco para que volvamos a estar juntos de nuevo pero no puedo evitar echarte de menos ARTISTA.
Pablo Ariza Moreno, mi hermano, un artista.

 Nota: Pablo Ariza Moreno, de 17 años de edad, es el autor de todas las obras que aparecen en esta entrada.

domingo, 21 de octubre de 2012

Otro invierno más...

Andamos ya por mediados de Octubre y finalizó la temporada. Dentro de poco llega el frío, ojalá que las lluvias y con el recuerdo de la temporada pasada comienzan los preparativos de la siguiente. Mientras, las figuras huyen del frío buscando el calor del nuevo continente. Las plazas españolas quedan vacías salvo para albergar un par de festivales benéficos. En la península nos quedamos sin toros.

Las plazas vacías hasta la temporada que viene
Sin toros en las plazas. En el campo mientras maduran esos utreros todavía con cara de jovencitos encontramos muchos hermanos suyos del curso anterior. Corridas enteras, toros rematados listos para lidiarse vuelven a echar el pelo de invierno. Mientras sus hermanos pequeños pasan a ser toros cuatreños ellos pasarán a ser cinqueños. Un año más en el campo. Disfrutarán del olor a tierra mojada de nuevo, verán nacer la hierba, se volverán a pelear al empezar la primavera... y seguirán comiendo su ración de pienso diario. El ganadero mientras tanto sigue echándoles dinero encima seguramente a sabiendas que no lo recuperará.
Los cinqueños volverán a llenarse de barro de nuevo
El frío y las nubes se acercan de nuevo al campo bravo y se traen de la mano a multitud de veedores de plazas importantes. Acompañados del ganadero echan un vistazo a la camada del año que viene. Aquellos novillotes que empiezan a hacerse toros sufren las visitas del coche y sus acompañantes cada dos por tres. Mientras tanto los cinqueños disfrutan tranquilos en su cerrados. A ellos no los molesta nadie. No interesan. El empresario sabe que los toreros no quieren cinqueños y para no tener problemas reseña solo a cuatreños.
El veedor observa desde el coche la camada del año que viene
 El ganadero sabe que no servirá de nada aguantar esos toros hasta la primavera que viene con la esperanza de lidiarlos. Y busca alternativas. Algunos los dejará por si le sirven para cualquier emergencia pero a la mayoría hay que buscarle salida. Debido a la época del ladrillo esos toros tendrán otro destino. El ladrillo hizo que los festejos subiesen y el ganadero subió producción puesto que todos los años le pedían más toros de los que tenía. Pasados cuatro años se han reducido muchos festejos pero esos toros ya se habían engendrado y esperan destino sin obtenerlo. También es el ladrillo culpable de que muchos empresarios ajenos al toro comprasen ganaderías por capricho, para ver sus nombres en los carteles y presumir delante de sus amigos. Pero eso trajo consecuencias para el ganadero de verdad. Hay mucho toro en el campo y barato. Hay que bajar precios, perder más dinero de lo normal y aun así la nómina de cinqueños es abundante.
Toros ya rematados y bien presentados se acumulan en el campo
Las soluciones son varias. Cuesta vender a los cuatreños por lo que ponerle destino a los cinqueños resulta tarea imposible. Muchos toros de cuidada presencia, rematados, con hechuras e incluso con nota se agolpan en el campo. Una opción es torearlos a puerta cerrada. Así por lo menos puedes ver como saldría ese toro, si acertaste al hacer los lotes, si la madre da bien y ligó con el padre, las virtudes del animal y sus defectos, y si el toro te gusta puedes tener incluso la opción de dejarlo de semental. ¿Entonces que problema hay? El económico. Lidiándolo a puerta cerrada no obtienes nada o casi nada. Le pierdes mucho dinero.

Otra opción, sobretodo si el toro tiene presencia, es el mercado de los festejos populares. En el levante español se pagan bien los toros para las calles. Es una buena salida pero también con sus inconvenientes. Primero que todos los cinqueños que tienes no vas a tener la suerte de venderlos a un buen precio. Y segundo que los que vendas no los vas a poder ver. No podrás sacar conclusiones con ese animal puesto que no lo verás embestir a un caballo ni a una muleta. No sabrás que reacciones podría tener.

Así que o lo vendes a las calles sin verlo, lo lidias a puerta cerrada perdiéndole más dinero de lo habitual o lo mantienes un año más con la esperanza de lidiarlo en la temporada que viene con el consiguiente coste que eso supondría...

Mientras tanto el otoño va avanzando, los toros del año que viene se van cuajando, los de este año verán otro invierno más pasar por su vida mientras el ganadero pierde dinero. El frío llega y las figuras se van. Termina la temporada española y comienza la americana. Las plazas se quedan sin cornúpetas y en el campo millones de toros claman al viento, al frío y a la lluvia por encontrar destino la temporada que viene... 

viernes, 19 de octubre de 2012

Tradiciones en extinción

El otro día, para despejarme un poco de tanto estudio decidí dar un paseo por Cáceres. Estaba un poco cansado de tanto libro y la "querencia" me marcó el paseo que siempre utilizo para renovar la mente. Me gusta pasear por la parte antigua, por esas calles empedradas y esas casas con tantos años de vida. Me siento en otro mundo, parece que viajo en el tiempo y me imagino todos esos castillos y murallas antiguas hace muchos años atrás. Pienso en cuantas historias habrán vivido esas piedras, en cuantas personas habrán paseado por esas calles, que cosas contarían si hablasen sus columnas...

Y recapacito un poco y pienso que en el campo me pasa igual. Cuando paseo a caballo también me siento en otro mundo. Cuando me hablan de un herradero me imagino los hierros calentándose en las boñigas de las vacas madres, las cuerdas para amarrar a los becerros, los vaqueros y chavales jóvenes tirando a los futuros toros a la arena para que sean marcados, el polvo que producía el becerro al levantarse y arrancarse al último que lo soltaba que era el del rabo y luego el perro se lo llevaba fuera para continuar con la faena, el olor a pelo quemado, la caída de pepito o juanito, el ganadero orgulloso de herrar a sus becerros…

El perro se llevaba fuera los becerros para continuar con el herradero
Pienso en un traslado de vacas de una finca a otra y veo a los mayorales y vaqueros con el traje de corto, los zahones y el sombrero bien puesto. Veo a los bueyes de guía con las campanillas y a los de zaga con los grandes cencerros y la albarda con la comida para el largo camino. Las vacas con sus becerros pegados al costado y los caballos con su paso rítmico detrás de ellas. La polvareda del camino, las voces de los vaqueros, los berreos de las vacas…

Los bueyes de guía amarrados al caballo del vaquero por las antiguas veredas
Una tienta me recuerda a aquello de muchos maletillas con sus muletas rotas y sus gorrillas esperando en la tapia y los burladeros, al ganadero guiando la faena mientras apuntaba todo, al torero vestido de corto respetando a las becerras y el ritual propio del campo, el picador y la arrancada de lejos de la vaca. Silencio en todo momento, la respiración del animal, la puerta que se abría…

Cuando me hablan de aquello de buscar a un becerro recién nacido pienso en el vaquero con su caballo, con su libreta y el capote de agua, buscando al pequeño animal por todos los escondrijos del cerrado para bajarse sin hacer demasiado ruido, cogerlo cerrándole la boca  y hacerle la señal de oreja con la navaja y luego apuntar a la madre, el pelo del becerro y si es macho o hembra. O en el caso de no encontrarlo coger una cuerda y un palo y cogerlo a la carrera cuando el becerro estuviese más crecido.

El vaquero buscaba al becerro hasta encontrarlo entre la maleza de la finca
Ese trabajo tan rutinario de echar de comer me trae a la memoria al chaval y al vaquero con una mula o un buey y un carro entre las pilas de piedra de cerrados de toros vaciando los sacos de pienso. Los veo en verano o invierno, hiciese calor o lloviese, que los animales tenían que comer su ración todos los días…

El encargado del pienso preparando los sacos encima del buey para llevárselo a los toros
Cuando me hablan de la profesión de mayoral no puedo dejar de pensar en ese hombre que se conocía a los toros como a la palma de su mano, ese que llegaba al campo antes de amanecer y se iba al anochecer, el que con su caballo y garrocha apartaba los animales con ejemplar maestría y era experto amparador en el acoso y derribo. Ese hombre que defendía el orgullo de sus toros en todas las plazas de nuestra geografía y representaba al campo al que pertenecían.

El mayoral recogía los bueyes todas las mañanas para empezar el trabajo
Pero todo eso se perdió. Del herradero solo queda el olor a pelo quemado y se ha mecanizado todo con un cajón, la transhumancia antigua se quedó en un camión y se perdieron los bueyes y su doma, los caballos y  los cencerros. En la tienta se perdió la seriedad y ahora sirve solo para el disfrute de los toreros, los maletillas ya no se hacen largas caminatas entre finca y finca sino que van en los coches de sus papás. Los becerros recién nacidos ya no se buscan, se meten todos cuando son más grandes en una manga para ponerles esas horrorosas chapas naranjas. Para echar de comer ya no hay una mula y un carro, ahora hay un tractor y una máquina y un hombre que sabe más de maquinaria que de ganado, las pilas de piedra se perdieron y se cambiaron por cómodos comederos de latón. El mayoral es un trabajador más que llega al campo a las nueve y a las cinco o seis de la tarde ya está en casa, que no sabe qué es eso del acoso y derribo, que aparta los toros sólo en los corrales y que ni sabe cómo se ponen unos zahones…

Los utensilios antiguos del campo de antaño adornan los caseríos actuales
Y sé que hemos ganado en comodidades, que los tiempos cambian, que ahora todo es mucho más moderno y menos sacrificado, pero cuando voy al campo veo casas medio derruidas, pilas antiguas donde ya no comen toros sino que sirven de adorno para el cortijo y el carro de echar de comer puesto en el jardín. Y ya sólo queda imaginar cómo era todo antes al pasear por los cerrados como paseo por las calles antiguas de Cáceres, imaginar cuántos toros habrán comido en esos comederos y hablar con las columnas del campo que son esos vaqueros y mayorales que como recuerdo y respeto a los que se fueron sostienen sobre sus hombros estas tradiciones en extinción del campo bravo.

viernes, 12 de octubre de 2012

Calma tensa en la dehesa...


Repasaba toros el vaquero, tranquilamente, por la tarde. Tarde de principios de otoño, la tormenta acechaba cerca y las primeras gotas empezaban a caer. Observaba, indiferente a la lluvia que pronto caería, sobre su caballo, con su capote de agua para no mojarse, los toros del cerrado de “Las Encinas”. Los toros, con la cercana presencia de la tormenta, andaban “barruntones” e inquietos por el cerrado. Una vez bramó uno, otra vez, desde el otro extremo del cerrado, le contestó otro, mientras algunos más escarbaban en la tierra del campo bravo. El vaquero, con su cigarro en la mano, observándolo todo intuía lo que iba a ocurrir. 

El vaquero observándolo todo desde su caballo
 Mientras, los toros cada vez estaban más tensos. Varios toros “reburdeaban” y escarbaban juntos, otro venía desde la otra punta del cerrado “reburdeando” también, al paso, con arrogancia. Dos toros se miraban desafiantes, de lado, despreciando al contrario y la música de bramidos se hacía cada vez más intensa.

Desafiándose
Los juegos de añojos y erales quedaron atrás, ya eran toros de cuatro años, querían hacer uso de su fuerza, contra el líder, ese toro que desde pequeño fue el que mandó sobre todos, el que siempre comía primero y luego, cuando él ya estaba harto dejaba para los demás, ese que bebía primero, el que tenía su “echío” en la mejor parte del cerrado, ese al que todos envidiaban y tanto rencor le tenían. Una brisa ventosa y húmeda ayudaba a remover la arena que los toros con sus pezuñas levantaban, el sonido de los bramidos y berridos de los toros quedó casi silenciado por el sonido seco y fuerte de las astas de los dos toros chocando. Cuernos entrelazados, cabezas enfrentadas, patas afianzadas, lucha a muerte. Estaban rodeados por otros toros que esperaban la pérdida del líder.
En unos minutos el líder le ganó la partida al toro desafiante que salía correteando con la boca abierta y berreando al cielo nuboso de la finca. Casi no había terminado la pelea, que ya había otro desafiando a ese toro que sobre todos mandaba. La tensión en el ambiente se palpaba, un trueno sonaba en el horizonte anunciando la cercanía de la tormenta… Sonaban los cuernos chocando de nuevo, el berrido de todos, la respiración agitada de los toros ardientes de furia.

Pelea, tensión, bramidos...
Pelea esta vez larga, varios largos minutos, hasta que llegó uno por detrás, cobarde, mientras que los otros peleaban y le intentó dar una cornada al toro mandón de la camada. Para zafarse del derrote, el líder no tuvo más remedio que desistir de la pelea y corría trotando, huidizo por el cerrado. Pero sus hermanos de camada iban a por él. Al poco tiempo, estaba de nuevo rodeado, desafiado por otros y bajo ningún concepto quería perder su puesto, peleaba, cansado ya, con las últimas fuerzas… Esta vez sí acertó el tercero, el que viene traicionero por detrás.

El cobarde que viene por detrás
 Le dio la primera cornada, la sangre aumentaba la tensión y los toros “reburdeaban” cada vez más fuerte. Con varias cornadas el todavía jefe seguía peleando, seguro aun de su fortaleza hasta que uno le pegó una fuerte cornada detrás del sobaquillo. El toro, cómo si en una plaza estuviese, se tambaleaba sobre su cuerpo, echando sangre por la boca, con la mirada perdida. Los compañeros, sin compasión alguna le cornearon aun más hasta darle la muerte definitiva,incluso en el suelo, muerto ya, alguno le atravesó con su cuerno las carnes. El líder cayó, sobre la arena, al igual que lo pudo hacer en la plaza, pero no con la misma gloria. El mugido de los toros, cambió por un mugido de queja, más fuerte y agudo, levantando la cara al cielo tormentoso de la tarde de otoño. 

Bramando al cielo de la finca
Entretanto, empezaba a llover fuerte, en el suelo yacía el cuerpo del toro, y se mezclaba la sangre de su cuerpo con la lluvia que caía del cielo. Los otros toros, se empezaban a tranquilizar con la muerte del líder y la fresca lluvia otoñal. El vaquero después de observar tan tremendo espectáculo volvía al paso, con su caballo y su gorra hacia el cortijo, para decirle al ganadero que aquel toro tan bonito que iría para Sevilla ya había encontrado la muerte una tarde nubosa de otoño en la arena del cerrado de "Las Encinas". 

 

lunes, 8 de octubre de 2012

Las fundas


El otro día me comentaba un amigo y compañero de la facultad, tras enseñarle varias fotos de toros en el campo que ya se habían impuesto casi totalmente las fundas. Él, como muchos de los aficionados de hoy en día, se quejan de este hecho e intentan que se quiten por todos los medios. Este tema siempre ha generado mucha polémica y sigue sufriendo la crítica de sus detractores y los elogios de sus defensores.

Y tras escuchar a mi amigo y a varios aficionados más, criticar a los ganaderos que optan por ponerlas se me ocurrió dar mi opinión, y decir porqué estoy a favor.

Uno de los tipos de fundas que existen
Los detractores alegan que con las fundas se manipula más al animal, que es una manera de enmascarar el afeitado, que quedan muy feas y que se ven los toros "artificiales" en el campo... Vayamos paso a paso.
Que se manipula más al animal es cierto. Para poner las fundas hay que meterlos una vez en el cajón y otra más para quitárselas. Eso al animal le genera estrés y nerviosismo. Esto por lo tanto es cierto que es un punto negativo, pero ¿cuántas veces entra ese animal en una manga, cajón de curas, corrales... durante toda su vida hasta llegar a la plaza? Hay que tener en cuenta los saneamientos cada seis meses donde entran desde que tienen más de once meses, por lo tanto de añojo, eral y, en ocasiones, utrero pasa por la manga con la consiguiente manipulación casi dos veces al año. Todo eso teniendo en cuenta que no se hagan campañas de vacunaciones, saneamientos particulares por parte del ganadero, que se le realice alguna cura por cualquier causa... Después de todo esto, ¿supone tanta manipulación meter al toro dos veces más? Pienso que no.

Que es una manera de enmascarar el afeitado me parece una afirmación contraria a lo que defienden. Muchos toros con el roce diario de sus pitones en el campo pierden mucha materia córnea (sobre todo en fincas con muchas piedras, con un suelo duro, con muchos árboles...) por lo tanto quedan afeitados de forma natural. Hay casos de ganaderos que cuando les rechazan un toro por afeitado alegan que esa falta de materia córnea ha sido de forma natural en el campo.

Con las fundas el toro no pierde materia córnea en el campo debido al roce, por lo que el ganadero ya no podría alegar que la falta de materia córnea es natural y podríamos afirmar con seguridad que ese toro estaba afeitado. Y así se lucharía mucho más facilmente contra el fraude. Un toro con una falta de materia córnea excesiva sería un toro afeitado en casi todos los casos puesto que al tener la funda no puede perder materia córnea. Además los toros no perderían cornamenta y veríamos los toros mejor presentados.
Toros rozando los pitones de forma natural en el campo
 Que las fundas quedan muy feas es verdad. Que el toro parece antinatural también. Pero en este negocio que es el toreo el mayor perjudicado siempre es el ganadero. El que menos ganancias tiene es el ganadero (en muchos casos pierden más de lo que ganan). Y si queremos proteger al toro debemos proteger la economía del ganadero. Las fundas evitan muchas cornadas en las peleas, evitan en consecuencia muchas bajas. Es lógico que pensemos en lo que cuesta criar un toro desde que nace hasta que se lidia. Hay muchos gastos, como en alimentación, sanidad, personal, caballos o cualquier otra forma de manejarlos, la finca y su mantenimiento, mantener las vacas, sementales y bueyes, gastos laborales y veterinarios... Todos son gastos y el beneficio sólo lo obtienen de las subvenciones (que cada vez son menores) y de la lidia de ese toro al final de todo el proceso. Y resulta que después de criarlo, por no tener fundas, se te desgracian el último año (después de ponerle todo el dinero encima para llevarlos a toros) un puñado de toros por cornadas.
Si queremos proteger al ganadero tanto como decimos tenemos que apoyar las fundas. Ya que no pueden reducir costes (el pienso sigue subiendo) y tampoco subir el precio (porque entonces no los venden) hay que disminuir bajas, y la forma son las fundas.
Cornada en el ojo izquierdo (perdió el ojo)
Extensa cornada en la zona del ijar (acabó con su vida)
 A mi también me gusta llegar a una ganadería y ver todos los toros en puntas, pero no hay que ser egoísta. Las fotos quedan más bonitas y naturales, pero hay que pensar que tu vas por allí sólo un día a echarle esas fotos, pero esos toros están allí todo el año con el consiguiente coste. Hay que pensar que el manejo de estos animales no es tarea fácil y que con las fundas también se evitan muchas desgracias al personal de la ganadería (fijénse como está el excelentísimo ganadero Adolfo Martín).

El peligro es constante en el trabajo diario de vaqueros y mayorales
Otra cosa que dicen es que el toro pierde sensibilidad. No sé cuanta sensibilidad tendrá un toro en la punta del pitón pero no creo que por unos meses pierda mucha sensibilidad. En todo caso tiene que ser como cuando te escayolan un dedo (en este caso sería aun peor porque hay articulaciones de por medio pero bueno). Tienes la escayola varios meses y al quitartela has perdido la sensibilidad pero ¿cuánto tardas en recuperarla? A los dos días ya te manejas como siempre. Y por eso a los toros se les quitan las fundas con al menos veinte días antes de ser lidiados (este tiempo depende de la ganadería).

Aquí no ocurrió nada. Piensen que hubiese ocurrido sin fundas.
Así que desde mi punto de vista tienen más ventajas que incovenientes. Desde aquí apoyo a las fundas, y a mí como futuro veterinario, a corto plazo no me convienen (hay menos cornadas y accidentes que curar) pero tengo claro que si al ganadero no le es rentable la ganadería y la manda al matadero los veterinarios tendríamos menos trabajo aún. Por eso tanto como aspirante a veterinario como aficionado al toro estoy a favor de las fundas, porque no hay que olvidar que el centro de la tauromaquia es el toro, y si no se lo ponemos fácil a los ganaderos nos quedamos sin toros y sin tauromaquia.