miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Tentadero, escuela del toreo

Por fin las vacaciones de Navidad ¿Vacaciones? Más bien una tortura. Después dicen que el nivel de los estudiantes españoles está por debajo de la media. Como para no estarlo. ¡Nos hacen suspender! No porque los exámenes sean más complicados o menos, ni porque la materia sea más extensa o los profesores más estrictos. Lo que está mal es la fecha de exámenes.

Pretenden que después de estar casi dos meses en Cáceres sin venir a casa, con el clima frío de allí agobiando en todo momento, sin casi ver el sol porque todos los días hace niebla, metido en la ciudad lleno de ruidos, coches y contaminación... Después de todo eso llego a casa, a mi querido pueblo. Los días soleados desde temprano, con una temperatura ideal, la hierba crecida hasta los corvejones de las vacas, mi hermano hablándome de toros a todas horas, algún vaquero amigo llamándome diciendo que hay tienta que baje a verla, otro que quiere que le ayude a montar a unos caballos, mi abuelo esperando en su casa con la merienda y la consiguiente charla de toros... Y pretenden que estudie. Me intento aislar pero hay veces que es imposible. El campo me llama.
En el campo la belleza de la vaca brava con su retoño me espera
Y hay veces que respondo a la llamada. No lo aguanto y me escapo un ratito. El otro día fui a una tienta perfecta para aprender. Me acordé de muchos amigos aficionados que se inician en esto y que pocas veces han visto un tentadero. Solo tentaron dos becerras y fueron dos polos opuestos. Una la definición casi exacta de bravura y la otra de mansedumbre.

Que salgan dos becerras tan claras, tan definidas, tan diferentes, es un lujo. Nada más verlas salir algunos dijimos "está va a ser buena" y a la otra alguno le soltó "esta no tiene nada que ver". Una fue brava desde el inicio, queriendo comerse los capotes y a los que desde los burladeros la citaban, arrancándose de largo al caballo con galope y transmisión, siempre fija en la muleta, encastada, humillando, con importancia y transcendencia, en definitiva, una maravilla. La otra desde que salió estuvo aquerenciada, salía suelta siempre del capote y el torero iba tras la becerra por toda la plaza, para el caballo era bravucona y mentirosa, se arrancaba de largo pero cuando llegaba y sentía el castigo pegaba un salto y se iba, en la muleta acabó rajada. Perfecto para ver las diferencias entre la bravura y mansedumbre. Lo dicho un tentadero para aprender.

Pero en un tentadero no sólo se aprende de las vacas y de su bravura, también de muchas cosas más. En el tentadero aprende el ganadero de su ganadería, saca conclusiones de si lo hizo mal o bien enlotando a los reproductores, si el semental le sirve o no, del momento por el que pasa su vacada. Y tu puedes aprender de él, sobre todo si has visto tentaderos en otras ganaderías, de como le gusta el toro, como le gusta que le pongan la becerra, si las pica más o menos, si es más o menos exigente, y sobre todo, lo que va buscando.
El torero aprende a corregir fallos, a ejecutar suertes nuevas, a poner las vacas bien puestas al caballo, no como se hace en las plazas que se meten los toros debajo del peto, sino dándoles su distancia y con los capotazos justos. Y si estas atento puedes ver la habilidad del torero, su técnica, su estado de forma, su forma de torear.
El picador aprende a picar como se pica de verdad, aprende a citar, a colocarse, a cuadrar a la becerra, a darle el castigo que hay que dar, a no cerrarle la salida para ver así si es brava o mansa.
El varilarguero debe picar correctamente para que se vean las condiciones del animal
Los maletillas aprenden las bases del toreo, a cruzarse, a templar, a mandar, a sacar la becerra de la plaza e incluso a afrontar los revolcones y cogidas, en definitiva, aprenden del toreo. Y si los ves dentro de un tiempo puedes ver si han evolucionado, si crees que pueden llegar a ser algo en el toreo e incluso algunos tienen una amistad especial con alguna ganadería y en cuanto se rumorea la tienta algun vaquero lo llama para que pueda dar unos muletazos.
Y hay otro que no actúa pero que si es observador puede aprender incluso más que los que sí participan. El aficionado. En las plazas de tientas hay varios tipos: el que va a ver el torero famoso desde cerca, el que va a ver las becerras, el que acompaña a algún maletilla, el que está en su casa aburrido y se pasa por allí, el que quiere aprender...
Los maletillas se van rodando delante de la cara de los animales
En el tentadero todos aprenden, es la escuela del toreo. Y tras una mañana preciosa de tentadero tengo que ponerme otra vez con los libros. A echar horas y horas delante del papel para intentar aprender algo. Hago un esfuerzo y me intento concentrar pero pienso en lo que podría aprender en otro tipo de escuela, en el tentadero, en la escuela del campo. Al final acabo tirando los folios, me pongo la gorrilla campera y a seguir aprendiendo. Lo malo viene después cuando hay que enfrentarse al toro en el examen. Pero ¿ven como no es culpa mía? ¡Si es que nos hacen suspender! 

2 comentarios:

  1. Pocos viajeros hay tan sufridos como los apuntes del estudiante.
    Silenciosos y discretos, van y vienen del piso (residencia) a casa y a los pocos días de vuelta.
    Hay ocasiones que no llegan a salir del fondo de la bolsa.
    Pesan, pero siempre van con uno. No sirven de gran cosa, si acaso de molestos cómplices de una conciencia que se rebela con cada día de vacaciones que se va sin torear (léase estudiar).
    Pero no importa si las vacaciones se aprovechan y si es en el campo debe ser la leche.
    Con los primeros días de enero tocará apretar, fijar estrategias, desechar las que se ven inalcanzables, sobreestudiar las marías para mantener la beca.
    Es jodido el tentadero del estudiante.
    Pero al final, como siempre, lo que importa es aprender y si es de toros mucho mejor.
    Grandiosa tu entrada de hoy.

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    1. F.Romero:
      Perfecta descripción por lo menos para mi caso. Antes de volver a casa me mentalizo de que voy a ir poco al campo, de que voy a estudiar todos los días un buen rato, hasta incluso me creo capaz de estudiar el día de Navidad después de la comida familiar. Me traigo todas las asignaturas porque voy a estudiar un poco de todas y llevarlas medio preparadas para Enero. Pero todo ese planteamiento se queda en el piso. Llego a casa y me cuesta un mundo ponerme a estudiar. Antes directamente no estudiaba nada, ya por lo menos hay días que si aprieto bastante pero no tanto como deseara.

      Y es cierto que los apuntes pesan, mucho más en la conciencia que en la maleta, pero en el campo no pesan ni en la conciencia y ese es mi problema.

      Muchas gracias amigo F.Romero. Un saludo.

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